Jul 8 2014 21:51

Intenciones de Rubén Mendoza con Tierra en la Lengua

	Por José Ubillus Vivar
	pepeubillus@yahoo.com

Cuando presencié la polémica cinta “La sociedad del Semáforo” me agradó su temática y la irreverente realidad de la que hacía gala su director, no tenía idea que Rubén Mendoza es aún bastante joven y que a pesar de su aparente falta de experiencia se convierte ya con su capacidad profesional en un referente del cine colombiano.

En su segunda obra “Tierra en la Lengua” con una versión inspirada en su abuelo, rodó la cinta ganadora en el FICCI 2014. Tomando los paisajes de Casanare como escenario natural, aplica el axioma que sentencia: “el medio geográfico hace al hombre”, y narra la historia de un viejo rudo y machista.

Silvio Vega es un patriarca llanero que lleva a dos de sus nietos adultos y citadinos a los lares donde él impone su voluntad para realizar un rito mortal, acabar con su achacosa vida a su manera. El actor Jairo Salcedo logra una buena interpretación del personaje al intentar establecer una difícil relación generacional y costumbrista.

Un film sin términos medios de calificación que sustenta la frase de su director y guionista: “Mis películas son como un río en donde muchas fuerzas se encuentran”.

Intenciones del Director
Uno filma, como dice Vallejo que escribe, para olvidar. Para perdonar si es que uno se adjudica el derecho de hacerlo con otro. Para entregar sus asuntos al río, para que se los lleve el tiempo. Para volver a pisar los mismos suelos tibios y helados que pisó cuando la felicidad ni siquiera tenía nombre, y los pies eran de talla mínima.

Para perseguir una idea con gente maravillosa que uno se toma el trabajo de sentir y escoger como compañeros de viaje. Y en el Llano filmé para pasar dos meses descalzo, para perseguir con el rigor del juego, para pisar las mismas huellas que dejé de niño, para celebrar ese río, para celebrar la muerte, para celebrar todas las tristezas, y la locura, heredadas de tanto macho recalcitrante de estas latitudes. Para tejer el cine con la vida, que es una redundancia.

Para dejar testimonio de la cara de una zona del mundo que algún día no será así. Para disfrutar de la delicia de crear en secreto, en la inmensidad impudorosa, del llano: sin muros, ni montañas. Filmé para celebrar venados, y güios y tractores, y viejos y hembras de todas las especies.

Filmé esta película con verdades, y mentiras, y archivo de verdades y de mentiras. La filmé para terminarla, porque sin saber la estaba haciendo desde siempre: literalmente, las primeras imágenes por casualidades de la vida, las hice a mis 10 años con una cámara prestada.

Esta película entonces la empecé allá, hace 22 años, que vengo sintiendo lo mismo: las mismas dudas, los mismos odios, las mismas rabias que con el tiempo se van juntando con las mismas risas, haciéndose una sola. La filmé para continuar la bendición de hacer cine, que se cocine por años. La filmé para atestiguar la indiferencia de la naturaleza con las tragedias humanas: impuestas, inventadas. La filmé para ver que la vida sigue en todas sus formas, no importa el dolor que el prójimo padezca.

Tierra en la Lengua adelantó su estreno en las salas de cine colombianas del 18 al jueves 17 de Julio de 2014.