Jul 29 2013 14:41

Reseña 2 de Titanes del Pacífico (Pacific Rim). ¿Una combinación de viejas fórmulas?

	Por Alberto Duque Rincón
	alberto.duque@cloudmail.com.co

Una vez más se abre un portal a otro universo, uno en donde existen unas criaturas gigantes y hambrientas llamadas por nosotros como los Kaijus, pero además son inteligentes, y al parecer su único oficio en la vida es abrir portales a otros mundos, enviar una avanzada de sus monstruos clonados y preparar el terreno para que los más grandes lleguen y acaben con los pocos recursos naturales (en el caso de La Tierra) y con sus habitantes.

¿Que hacen los terrícolas?, deciden construir unos robots gigantes a lo Mazinger Z, uno por cada país y cada uno con sus propios pilotos y técnicas de combate, pero además, para complicar un poco más la cosa, el piloto no es uno solo, al igual que en los jets de combate, el robot debe ser operado por dos pilotos que deben ser lo suficientemente compatibles como para “compartirse” a nivel neuronal, de tal forma que el pobre piloto no solo esta metido en la cabeza de su compañero y de sus recuerdos en su memoria, sino también con la máquina. Enredado, ¿no?

Una vez esta armado el equipo, tienen que sentir la presión de tener que luchar cuerpo a cuerpo contra estos monstruos que no solo tienen más habilidades motrices, sino que les importa un bledo si pisan un humano o si destruyen un edificio, o si tienen ganas de ir al baño, pues donde les toque la llamada de la naturaleza, ahí lo hacen; como quien dice que no solo nos invaden, nos pisotean, nos destruyen nuestras casas, sino que hacen sus gracias encima nuestro. Que bestias, ¿no?

Hasta aquí gracias a los impresionantes efectos visuales, muy bien cuidados, muy bien detallados, para los que tuvimos la fortuna de vivir la experiencia Imax, la película es grandiosamente sorprendente en ese sentido, por un momento el espectador puede sentir que está en la misma plataforma de los Jaegers y sentir la adrenalina de la lucha, pero la historia tristemente no termina de convencer, se vuelve un ir y venir de actuaciones regulares, de muchas escenas oscuras y rápidas que al final, nos dejan pensando: ¿de qué era que se trataba la película?

Pero además para complicar aún más la trama, uno de los científicos descubre que puede conectarse con lo que queda de los cerebros de los monstruos después de los combates para descubrir con ello el gran plan maestro de invasión. Uno de esos científicos es interpretado por Ron Perlman (Hellboy, La bella y la bestia, Alien) en un papel de mercader de despojos de monstruos, haciendo plata en una economía que seguramente estará tan quebrada como las ciudades donde los monstruos han aparecido. Un papel que pasa desapercibido y además con toques de humor sin gracia.

Se notan muchas escenas repetidas de otras películas; un discurso del general animando a sus pilotos que ya lo hemos visto en cada película donde nos invaden y que curiosamente esta vez la historia se extiende a todas las ciudades sobre el Océano Pacífico, ya no invaden solo a Estados Unidos. Titanes del Pacífico tiene un final como el de los vengadores, un Jaeger (el Gipsy Ranger de Estados Unidos, por supuesto) cruza el portal con una superojiva nuclear, lo lanza contra los Kaijus y justo antes de que se cierre el portal alcanza a volver a nuestro planeta.

Vuelven las preguntas: ¿se acabaron los temas en el cine?, ¿si no es reencauchar un clásico, es repetir las mismas fórmulas o armar una película como un juego de fichas para niños, las fichas vienen originalmente para un modelo a escala, pero cuando se pierden algunas, con lo que queda entonces se arma alguna otra cosa? Esta película parece confirmar estos temores.