Mar 4 2019 20:18

Matangi, Maya, M.I.A – Crítica. Documental ganador en Sundance sobre los orígenes de la icónica rapera

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

“Hay demasiados videos iguales. A la gente le da miedo experimentar”.

El año pasado en la categoría de documentales internacionales, el amigo cercano de la conocida como M.I.A., Steven Loveridge, presentó un biopic sobre la cantante rapera que terminó obteniendo el premio especial del jurado.

Matangi / Maya / M.I.A., su título, hace referencia a los tres nombres por los que es reconocida la artista. El primero, su nombre de pila (Maya Arulpragasam); el segundo, como la conocen sus amigos; y el tercero, por el que ha ganado fama internacional.

Podemos decir que así mismo está dividido el documental, que nos muestra un retrato especialmente íntimo de la cantante en sus tres facetas, centrándose mayoritariamente en su vida familiar y sus orígenes, haciendo surcar durante el resto del metraje la tesis de que es su pasado bañado de violencia el que la ha determinado como persona y artista y es la raíz de su espíritu rebelde.

Le sorprenderá a la audiencia internacional que de ella solo conoce el hit global “Paper Planes”, o el tema “O…Saya” nominado al Oscar (canción de la película Slumdog Millionaire), o las críticas por su estilo de vida incoherente y las despiadadas que sostienen que no canta, saber que aunque nacida en Inglaterra, proviene de una familia de refugiados que de Sri Lanka llegó cuando ella tenía diez años a Reino Unido, sobrellevando el estigma de ser la hija de un exlíder guerrillero y ser acusada igualmente de apoyar a los Tigres Tamiles, uno de los grupos violentos más temerarios del país insular asiático.

Si bien es evidente que se trata de un documental que reivindica la figura de M.I.A. como estrella del hip hop y el activismo social y político, su amigo se las arregla bastante bien para mostrar prudente distancia, abriendo una ventana adecuada para que sea el público y no él quien eleve los juicios a favor o en contra de la cantante.

Su película está construida por una serie de videos caseros creados a lo largo de 22 años por la propia M.I.A. y mantiene haciendo una serie de saltos al pasado (flashbacks) que contrastan su niñez con su etapa adulta, sus inicios laborales como documentalista con su giro hacia la industria musical y cómo han ido cambiando sus pensamientos y estilo de vida. Este último aspecto especialmente le da un gran matiz a la película, porque no oculta las críticas feroces que por ello le han hecho y de cierta manera evidencia que M.I.A. como personaje ha sido un mar de contradicciones que en últimas han terminado por enriquecerla y nutrir la lírica por la que tantos la siguen en el mundo. No oculta las tensas relaciones que ha tenido con la industria, los medios y sus ideas radicales que la han puesto en aprietos sin proponérselo.

Esos videos caseros también permiten conectarse con el mundo privado de la artista sin retoques y cortes convenientes. Vemos su desorden y su creatividad en pleno, dejando el buen sabor de estar frente a una artística que por más polémica que pueda generar es un personaje innato, en búsqueda constante de la expresión artística, que se justifica constantemente y crea desde lo experimental sin ceder a lo comercial o siquiera preocuparse por ello.

Matangi/Maya/M.I.A. tiene un estilo que se diferencia de otras de su género al no centrarse tanto en la música y revelar los orígenes de las canciones, y querer dejar la sensación de ser una producción orgánica, que sacrifica a propósito los detalles, los encuadres y hasta el color, en procura de no desviar la atención sobre la esencia luminosa de su protagonista y lo consigue. M.I.A ha llevado una vida intensa en medio de mucho caos y eso transmite el documental.

Tras su paso exitoso por Sundance, la película se exhibió a finales del año pasado en Estados Unidos y Europa y ahora llega a salas colombianas con una distribución alternativa a partir del 7 marzo.