Mar 13 2017 18:09

Reseña de Aquarius, una Sonia Braga inmensa, una historia de dignidad y preservación de la memoria privada

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

“Gente como tú que hizo un curso de business, pero que no tienen una formación humana”

Clara es una mujer de la tercera edad que vive sola en su viejo pero bien conservado apartamento con vista al mar. Lleva bien su soledad, disfruta de las aguas de la ciudad brasilera de Recife, haciendo deporte, leyendo sus libros, escuchando su exquisita colección de música, disfrutando de sus recuerdos en el lugar al lado de su esposo fallecido e hijos y las fiestas con sus amigos.

Ella es una sobreviviente al cáncer de mama, una crítica de música retirada con una vida que parece imperturbable. Pero fuera de la puerta de su casa la realidad es otra: nadie más vive en el edificio Aquarius, pues todos los vecinos vendieron sus predios a una constructora que piensa demolerlo para que forme parte de otro complejo más moderno.

Esta película tan femenina podría parecer escrita por el chileno Sebastián Lelio, porque vemos en ella a una historia que opera en función de su personaje, Doña Clara, una mujer digna y de convicciones inquebrantables.

Aquarius es la batalla de una mujer obstinada por no dejar que su pasado se borre no de su memoria interna- que está intacta como ella tan vital -, sino donde también han dejado huella; en los objetos comprados y los espacios decorados, esas pequeñas cosas que ha atesorado y bien podrían no tener valor o importancia para los demás, pero que sin duda guardan una historia y tiene un significado para ella más allá del objeto en sí.

Esta película no es solo la representación personal de la perdida de la memoria y su necesidad de conservación, sino también la crítica a una responsabilidad social y política sobre lo privado. Eso es lo que sutilmente revela Kleber Mendoca Filho, su director y guionista, que vemos representado a través de una constructora que funciona como esa fuerza demoledora de un Estado dispuesto a borrar un pasado, favoreciendo intereses particulares.

Es además el reflejo de una sociedad que aún manteniendo los “buenos modos” suele ser despiadada y se ensaña contra el más débil, los intereses colectivos sobre los personales que pretenden ser despojados sin tacto alguno.

El personaje grandemente interpretado por Sonia Braga debe soportar las presiones de sus hijos, vecinos y extraños para abandonar su propiedad. Finalmente, la plata puede con la voluntad y los valores de cualquiera. Aquarius, de hecho, va girando del drama al thriller, con tintes bastante oscuros. No obstante, Doña Clara con toda entereza soporta a esa sociedad para la cual ella ya no encaja. Ella representa la resistencia al cambio y a esos estándares de vida moderna que se van aceptando por inercia.

La película evidencia la poca tolerancia hacia la coexistencia entre el pasado y presente y también hace una crítica a la superficialidad de la información y el poco interés por dar a conocer contextos históricos, que se ve en una maravillosa escena donde Doña Clara es entrevistada por una jovencita sobre la música en vinilo y el consumo digital.

Braga construye un personaje pausado, elegante, clásico. Una mujer real, con miedos, secretos y ganas de seguir viviendo bajo sus propios reglas. Una mujer tan vital como la Gloria de Lelio. Kleber Mendonça Filho ha podido construir una película única sobre preservación de la memoria, esa que va más allá de recopilar cientos de objetos y centeneras de papeles en un archivo. Habla de una memoria privada, la que nos pertenece y es única en cada caso, la que nos hace quiénes somos. Un retrato sobre la madurez de la mujer y el reconocimiento de lo realmente valioso.

Aquarius ganó mejor película en la sección Gemas del Festival de Cine Cartagena 2017, además de estar nominada en el Festival de Cannes por la palma de Oro, los Independent Spirit Awards y los César Awards (Francia), entre otros.

Ficha Técnica