Mar 31 2015 15:13

Reseña Crítica de Mommy de Xavier Dolan.

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

En cartelera está la última película de Xavier Dolan (la quinta en su filmografía), el cineasta canadiense de 26 años de edad que tiene cautivada a la industria con su corta pero acertada carrera cinematográfica, llena de historias conmovedoras, de relaciones humanas donde el amor ha sido el eje por el que ha partido y con unos personajes intensos y muy bien estructurados. Mommy revolucionó al cine el año pasado tras su paso en Cannes, donde ganó el premio del jurado y aunque no figuró en los Premios (R)Oscar es sin duda una de las películas más importantes de 2014.

Lo primero que notará el espectador es que la película se ve en formato cuadrado, pero no tendrá que ser un experto para entender prontamente que esta decisión aplica como advertencia tajante de concentrarnos en lo importante, los personajes, y la intención psicológica que hay detrás; la de transmitirnos el agobio por el que ellos pasan, de confinarnos también en su espacio, en su asfixiante vida.

Mommy nos lleva a una época actual, al año 2015, pero de un mundo ficticio, en donde en Canadá se ha creado una norma que permite a los padres entregar a sus hijos problemáticos al gobierno, quienes serán puestos en un centro especializado. Diane Despres, es una madre que se ha quedado viuda y lidia con sacar su hijo adolescente adelante, Steve, quien además sufre del Síndrome de Atención por Hiperatividad (el ADHD), que lo lleva a episodios de extrema violencia cuando la ira se apodera de él. Diane es una mujer moderna y decidida, dispuesta a sacar a su hijo adelante, pero, ¿llegará el momento de tomar la medida del gobierno como recurso? A sus vidas llega una vecina que, con sus propios traumas, les ofrece una ayuda. Una vecina misteriosa de la que muchos nos hubiese gustado conocer más de su mundo.

La mejor manera de comparar esta potente historia es con un prisma; la vida no es ni blanca ni negra, y con “Die” y Steve viajamos por una relación cargada de matices. La relación de ambos es de las más complejas reflejadas con tanto realismo en el cine: el amor sacrificado de madre, el amor de un hijo con tintes de complejo de Edipo, el traumático peso que ha causado la ausencia de un padre se muestran en la película, unas veces con profundo e intenso drama y en otras con maravillosos momentos de emotividad, que cuando ocurren, Dolan nos sabe dar un respiro con cambio de formato. A Die y Steve se les puede amar y odiar a la vez, pero en todo caso nos muestran dos seres humanos en una situación extrema muy difícil de juzgar y en la que nuevamente para Dolan, el amor (con todas sus facetas) juega un rol vital.

Cada decisión de este director es estupenda, el montaje como la banda sonora son precisos, permitiendo que la historia fluya con mucho movimiento o que la letra de las canciones que supo escoger muy bien, terminen reforzando y describiendo las escenas; Dolan usa canciones muy conocidas y juveniles, que tienen un orden casi que cronológico y con las cuales también se puede contar esta película; títulos como Chilhoood de Craig Armstrong; Building A Mistery de Sarah McLachlan; One Ne Change de Céline Dion; White Flag de Dido; Counting Stars de OneRepublic; o Born to Die de Lana de Rey . Por supuesto, nada de lo que vemos hubiese podido llegar al corazón sin la fantástica tripleta compuesta por Anne Dorval (Diane), Antoine-Olivier Pilon (Steve) y Suzanne Clément (Kyle). Los tres se cargan de muchas emociones y hacen unos personajes reales a pesar de tener unos temperamentos desbordados, vidas complicadas y situaciones casi que delirantes.

Más allá de las sorprendentes decisiones de estilo y formato por las que optó Dolan, es increíble su capacidad para narrar una historia tan intensa y compleja, de ser capaz de evadir decisiones fáciles al tomar partido por alguno de sus protagonistas – en esta película no se juzga -, y llenarlos de humanidad. Esa iluminada sensación de mostrar la belleza de la imperfección humana.

Lo revelador que resulta Dolan a su corta edad, sucede por sus experiencias cercanas. Se inspiró un tanto por sus propios sentimientos de ira confesados y de analizar el poco entusiasmo que despertó el hecho de ser mamá en su propia madre. Contaba en una entrevista en video al periódico The Guardian (ver la entrevista en video en inglés): “Ella quería un niño, pero no fue la madre más habilidosa en eso de ser padres. Hay muy pocos buenos padres y madres. Son buenas personas….pero (ser padres) es muy exigente”. El director contó haber completado su historia viendo algunos documentales y shows en televisión.

Mommy es una película imperdible. Angustiante, intensa, dramática, vibrante, reveladora, profunda, trascendental, amorosa, dolorosa e hipnótica por partes iguales. En Francia se estrenó a finales del año pasado y logró sobrepasar el millón de espectadores. En Colombia se estrenó el fin de semana pasado en 14 pantallas y la vieron 3.726 personas.

Un detalle más: Ya saben lo mucho que los estadounidenses aprovechan el cine y la televisión para burlarse una y otra vez de los canadienses (por competencia, por sus orígenes monárquicos, por su supuesta moralidad y sus aparentes buenos modales), Dolan da dos golpes bajos con los que probablemente les quitará la sonrisa. Dos comentarios, por cierto, innecesarios.

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