May 12 2014 16:27

Reseña Crítica Hannah Arendt de Margarethe von Trotta. Eurocine 2014

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

Hannah Arendt es un personaje de estudio obligado en disciplinas como la filosofía, educación, política y economía, que le tocó vivir por completo los acontecimientos de la primera y la segunda Guerra Mundial y, que de hecho, fue víctima en carne y hueso de la persecución de Hitler a los judíos, y aunque logró escapar de los campos de exterminio y huir a Francia, si estuvo en la concentración del Velódromo en París en 1942 (hechos narrados en la película La Redada) y en el confinamiento de Gurs.

Arendt en la época que debió vivir era un librepensadora, mujer rebelde, que contrariaba hábitos y costumbres: tuvo amante (el reconocido maestro Heidegger), se fue a vivir con un hombre (el filósofo Günther Anders), hacía escritos sobre la emancipación de la mujer y hasta habló de San Agustín en un libro de filosofía, sin llegar a hacer una solo referencia religiosa. Mujer fumadora compulsiva y jugadora de billar pool.

Varias publicaciones sobre sus posiciones frente a la política son famosas y representativas, pero ninguna como la de “Eichmann en Jerusalén: informe sobre la banalidad del mal”, que empezó como una serie de informes para el periódico The New Yorker, sobre el juicio contra Adolf Eichmann en 1961, que terminó en su ejecución al ser hallado culpable por crímenes de lesa humanidad durante el Holocausto nazi. Su ejercicio que inició como un reportaje, se convirtió en un tratado filosófico que revolucionó el pensamiento y luego en un libro.

Sobre el cubrimiento de este juicio y los pensamientos tan controvertibles planteados por Hannah Arendt se basa la película, que no es un documental, pero si recrea con imágenes de archivo los momentos en los que el responsable de embarcar a millares de judíos a sus sitios finales de ejecución se defendía.

Las respuestas de este hombre condujeron a Arendt a acuñar la expresión la “banalidad de la maldad”, esa que es ejecutada por personas que pierden su voluntad y se entregan a la del otro, es decir, a limitarse a cumplir órdenes, lo que implica no razonar sobre lo que se hace, evitando con ello discernir si se está de acuerdo o no en realidad, o si lo que se cumple por órdenes de otro forman parte de las convicciones propias. Ese raciocinio era lo que, según ella, justificaba que Eichmann no mostrara señal alguna de arrepentimiento, o culpa, o ese odio profesado por su superior hacia los judíos. Él para ella no era la representación del mal en su sentido más puro, sino un “operario” de ese mal (su forma banal).

Ese planteamiento desató la ira de muchos de sus compatriotas que la llamaban antijudía, como también fue desaprobado por otros pensadores colegas y amigos cercanos. Sus informes parecían en aquel entonces más bien una férrea defensa a un criminal. El texto no fue entendido desde su posición de observadora, desligada de cualquier interés político o de su propia nacionalidad, lo que la llevó años después a reflexionar, en otro texto, sobre las desventajas de decir siempre la verdad. En realidad Arendt en este caso no basó su informe en dictaminar, desde lo periodístico, si era o no culpable – conceptos claros para ella desde antes de iniciar el juicio -, sino en entender el comportamiento del acusado.

Al ver la película, una historia bastante amena, muy poco densa (algunos lo considerarán un pecado), supone uno que revisar estos acontecimientos en nuestro tiempo y sin ningún tipo de filiación con sus protagonistas, facilita el visionado; es estar en la actualidad lo que permite que con naturalidad nos sentemos en la posición de Hannah Arendt y entendamos con claridad su postura, de lo contrario, tomar partido por los otros y hacer de este personaje un antagónico hubiese sido muy fácil. No más es citar un ejemplo: acaso, cuántos no han condenado al escritor Fernando Vallejo (nacido en Colombia, renuncia a la nacionalidad de su país de origen, ahora es mexicano) por hablar mal de su tierra. Hablar mal, visto desde el punto de vista del receptor de sus mensajes, pues como emisor Vallejo dice su verdad (y la verdad para muchos que lo siguen), verdad cruda sobre muchas cosas que como nación lo avergüenzan a él y otros tantos.

Hannah Arendt, la película, es un biopic que se sostiene en buena medida por la destacada interpretación de la actriz alemana Barbara Sukowa, reconocida en Europa y su país con un par de premios. El guión y la dirección es de la también alemana Margaretthe von Trotta (La calle de las rosas), que consigue dotar a su polémico y difícil personaje de bastante carisma, quizás uno que la misma Arendt en realidad no poseía con tanta claridad por ser una mujer recia. En todo caso, esta ligereza y sus diálogos sencillos funcionan para tener empatía con el personaje y hacer esta historia atractiva para un público más amplio.

Hannah Arendt hace parte de las películas exhibidas en el Festival Eurocine 2014.

Ficha Técnica

Director: Margarethe von Trotta
Guión: Margarethe von Trotta
Duración: 113 minutos
Reparto: Barbara Sukowa, Janet McTeer, Klaus Pohl, Julia Jentsch, Alex Milberg, Megan Gay, Gilbert Johnston, Harvey Friedman, ulrich Noethen
Montaje: Bettina Böhler
Música: André Mergenthaler
País: Alemania, Francia
Año: 2013