May 4 2017 18:54

Reseña de X500 de Juan Andrés Arango

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

Ayer la película X500 ganaba en un Festival de Cine de Grecia (En Lefko Film Festival) el premio del público a la Mejor Película y desde hoy llega a la cartelera de cinco ciudades de Colombia.

Juan Andrés Arango presenta su segundo largometraje – después de “La Playa D.C.” que se exhibió en Una Cierta Mirada en Cannes 2012 -, en el que vuelve a mostrarnos una historia de jóvenes, un cine urbano, que habla del desplazamiento y la necesidad de reclamar un espacio dentro de un entorno ajeno.

Pero si bien hay terrenos comunes con su ópera prima el acercamiento a estos aspectos ha sido distinto y el director lo ha abarcado con más complejidades. En X500 la historia es más universal y sigue a tres personajes adolescentes distintos, de tres países americanos, que no se conocen entre sí pero tiene en común su proceso de transformación tras una pérdida. Todos deben inmigrar de sus regiones tras enfrentarse a la muerte de un ser querido.

María es filipina y llega a Montreal a vivir con su abuela tras la muerte de su madre, Alex es un afrocolombiano que retorna a Buenaventura tras el fallecimiento de su hermano y un compañero en Los Ángeles y David es un indígena Mazahua que va a Ciudad de México huyendo del dolor producido por la muerte de su padre.

Con estas tres historias que se van contando de forma paralela y desde lugares disimiles; zonas marginales o en barrio populares de un país desarrollado y otro emergente, se muestra que al hablar del duelo, el desarraigo y la inmigración se presentan las mismas características cualquiera que sea el escenario.

Estos tres personajes enfrentan los mismos procesos y dificultades a la hora de intentar encajar en un entorno. Cambia la jerga, las costumbres y los métodos, pero al final todos terminan comprendiendo que para casar dentro una sociedad deben sufrir una pérdida de identidad, lo que a su vez los hace caer en cuenta de sus raíces y de lo que verdaderamente son, aunque al final su suerte sea bien distinta. En esto radica la fuerza de esta historia que se cuenta sin afanes, con cierta pasividad como yendo en contravía de la energía juvenil habitual a esta edad, pero debe comprenderse que se trata de tres personajes con una fuerte problemática que los atraviesa y deben resolverla para seguir adelante con sus vidas.

X500, un título que aún conociendo su procedencia y entendiendo la idea, se antoja caprichoso, está bien narrada, dosificando la trama haciendo que no se pierda el interés por los tres protagonistas en ningún momento. La fotografía y la cámara son determinantes para eso. La cámara mantiene flotando muy cerca a ellos, mostrando solo lo necesario del entorno para justificar las situaciones en que se encuentran y la fotografía se mimetiza en cada espacio para adaptarse al ambiente y hacerlo más vívido, más real.

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El director Juan Andrés Arango también ha mostrado una buena habilidad para sostener esta historia con actores no profesionales, algo que es muy común en el nuevo cine nacional pero que es difícil de lograr, sobre todo a la hora de transmitir completa naturalidad en sus diálogos.