Alejandra Borrero dialoga sobre los retos de su papel en Gente de Bien


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


“Pues para mí fue como estar viendo un cuadro de Botero por fuera de Colombia”.

Alejandra Borrero es una de las actrices más queridas y admiradas del cine y la televisión colombiana. Con 30 años de carrera artística ha participado en 15 largometrajes (entre ellos El Amor en los Tiempos del Cólera, Bolívar Soy Yo y Rosario Tijeras). Gente de Bien por su concepción hiperrealista impuso unos desafíos impensados para la experimentada actriz, que han dado como resultado uno de los trabajos más destacados de Borrero en el cine.

Gente de Bien, después de participar en Cannes y más de 40 festivales, de cosechar reconocimientos internacionales y exhibirse con éxito en salas de cine francesas, se encuentra actualmente en la cartelera nacional. En un pequeño espacio de la siempre congestionada agenda de Alejandra Borrero, conversamos con ella para detallar un poco más en los desafíos que implicó trabajar en esta película, ópera prima del director Franco Lolli.

  • El cine al que le apostó Franco Lolli sigue la tendencia de hacer uso de actores no profesionales. Usted fue la única actriz profesional, sin embargo, hace un papel con una actuación extremadamente natural, casi que pareciera no estar actuando.

Gracias por hacerme esa pregunta, porque creo que, en parte, lo más importante que tiene la película es su lenguaje, la manera en la que Franco quiso contarla, además que sirve para todos estos directores que creen que el actor preparado no puede llegar a hacer una actuación tan natural como un actor natural. Yo creo que si algo se nota en la película es que no hay diferencia entre el trabajo de ellos y mi trabajo.

  • Sin duda Franco hizo un notable trabajo en cuanto a dirección de actores. ¿Qué cosas exactamente reaprendió como actriz?

Parte fundamental de ese logro fue lo que Franco Lolli hizo conmigo. Él es un gran director en el sentido de saber qué no quería dentro de la historia. No nos contó qué quería, siempre nos dijo qué no quería. Ahí tuve que dilucidar, entre un día y otro, cómo lograr lo que este hombre quería dentro de esta historia. Me tocó botar el libreto, aprendí técnicas diferentes que fui desarrollando para poder llegar sin la energía que requiere la técnica de la actuación, así que hice cosas como leer antes de empezar una escena y así entrar desprevenidamente y dejar que la escena me tocara de cualquier manera, no percibir y no estar pendiente de la cámara, no proyectar los textos y que se entendieran perfectamente. Posiblemente hayan algunos textos que no se entienden, pero tenía que ver con ese carácter interno, ese no mostrar sino ser, ese no hacer sino sentir.

Realmente Franco es un director impresionante y lo puedes ver con los niños, las escenas con ellos son absolutamente realistas y no hay un atisbo de actuación. Todo esto que parecía tan descuidado es absolutamente trabajado y cuidado. Solamente para escoger a Eric, creo que hizo casting a 1500 muchachos, así que hizo un trabajo juicioso y obsesivo, solo alguien así puede lograr lo que él ha hecho. Hubo escenas que nos demoramos 10 horas grabando, en donde nunca nos dijo: ¡Está muy bien! o ¡Qué buena escena! ¡Nunca! (risas). ¡Qué trabajo tan difícil! Por eso estoy muy contenta que la película le haya ido tan bien, y sabía desde un principio que iba a tener un tono distinto.

Cuando la vi en Cannes me impresioné tanto que pensé que era mi hermana mayor. Fue increíble, yo no pude hacer un personaje, él no me dejó. Me sacó una cosa esencial y al mismo tiempo un poco lejana. La persona que estaba a mi lado me dijo: “Esa no es tu hermana. Esa eres tú”. Franco logró después de tantas, tantas, tantas, tantas horas de repetir las escenas, despojarnos de todo tipo de defensa como seres humanos y mostrarnos casi que desnudos.

  • Esa fue la primera vez que la viste completa y en salas. Recordemos más de ese momento.

Pues para mí fue como estar viendo un cuadro de Botero por fuera de Colombia. Cuando tu ves un cuadro de Botero entiendes porqué ha sido el artista emblemático de nuestro país. Cuando ves esas moscas, identificas que estás en Colombia, es, de alguna manera, algo muy propio, y eso sentí cuando vi la película. Yo dije: ¡Wow, qué retrato tan interesante de nuestra sociedad! Es, además, un retrato sin juicios, sin prejuicios, es tal cual como si una cámara se hubiese encontrado con el niño y lo hubiera seguido por un ratico y punto, sin hacer una gran alegoría, o mostrar una gran ciudad. Hay muchos primeros planos, tantos planos de espalda que hay en la película, que hablan de una historia casi documental, de alguien que está ahí observando algo que no le corresponde.

Nosotros tuvimos una escena donde había tanto bulla, habían muchos actores, pero con mi experiencia yo se dónde está mirando la cámara sin mirarla, y entonces me corrí solo un poco para que no tuvieran que reenmarcarla o repetirla, e inmediatamente Franco cortó la escena y me pidió que no ayudara a la cámara. Me pregunto: ¿Te pusiste para la cámara? Yo le contesté que sí y lo primero que me pidió fue que no buscara la cámara. Fue muy complejo, pero a la vez muy interesante. Mi sensación durante toda la película era que yo estaba desnuda, tirándome al vacío. Me sentí apretada, presionada, golpeada en mi autoestima, en mi ego de actriz y celebro eso, porque uno nunca se puede sentar en la comodidad. Cuando un artista se siente cómodo, se le acabó el trabajo.

  • Teniendo en cuenta el estilo tan desteatralizado de Franco en la película, ¿qué tanto te permitió moldear o variar el personaje?

Que bonito eso. No me dejó hacer nada (risas). Franco no tenía intenciones de usar mis 30 años de experiencia. Él sabía exactamente qué quería sacar de mi y bueno, realmente fue muy difícil porque no me permitió crear un personaje. Ahí estoy yo de una manera descarnada.

  • Los diálogos son tan naturales que pareciera hay improvisación. ¿Es así?

Sí, yo realmente era la única que tenía el guion y muy pronto lo boté y no volví a mirarlo, porque cada vez que tenía un texto del guion, Franco me decía: “te aprendiste ese texto”. Sí, si improvisamos, él nos contaba de qué se trataba la escena y poco a poco lograba que los actores, increíblemente, dijeran los textos que él había escrito.

  • ¿Significa que hacía ensayos previos a la escena donde les contaba lo que quería y cuando lograba de ustedes el tono comenzaba a filmar?

Exactamente. Franco me trató como a todos los demás actores. Creo que yo hubiera podido ayudarle de muchas maneras, pero él no quería ayuda de ningún tipo. Él sabía lo que quería. Fue muy difícil y al final todos estábamos muy tensos, porque nunca nos decía qué quería. La dinámica era cogernos, hablar un poco de la escena y empezar a improvisarla. Él era capaz de sacar a un actor si sentía que no estaba diciendo lo correcto, o si no era el tono, o si, de alguna manera, le parecía sobreactuada. Cortaba, quitaba, sacaba al actor, lo que fue muy difícil para el ego de todos nosotros, y no te hablo solo de mí, con 30 años de reconocimiento, y que realmente sé que se hacer mi trabajo. Pero a la vez fue un reto increíble que hace que me sienta una actriz diferente y eso realmente tengo que agradecérselo. Lo odié, quise matarlo, quise renunciarle varias veces, pero logró algo increíble. Solo cuando existe ese tipo de pasión y sufrimiento, las cosas tienen ese valor.

Tenemos director con sello de director. Cuando leí el guion, su reflexión sobre la sociedad era increíble. Pareciera que no pasara nada y, posiblemente, pareciera que no pasara nada, porque lo que se supone va a pasar en la historia, no termina pasando, sin embargo, que bello eso que dices, lo poco teatral de la obra. Yo diría que es una historia anticlímax, de hecho, cada vez que íbamos a tener un clímax, cortaba la escena. La película esta contada por pedazos, porque solo dejó lo necesario.

En Cannes nos dijeron algo muy bello y fue que Gente de Bien era de la pocas películas latinoamericanas que no caía en el melodrama y que no buscaba el melodrama como una herramienta, que era una película anticlímax, lo que permite entonces que la gente entre en el sufrimiento y la tragedia sin haber algo en ella tan horrible, sin embargo, es brutal.

  • Como tienes una relación entre lo protector y lo maternal con Bryan, el niño protagonista, ¿Cómo trabajaron el acercamiento con el pequeño, crear confianza?

Pues cómo te parece que no hubo eso. No me dejaba ni tocar a Bryan, no me dejaba hablarle. Yo soy una persona muy amorosa y con los niños más. Si le ponía una mano encima, me decía: “No lo toques, no le hables, no le digas mi amor, no lo trates cariñosamente”. Así que todo eso que viste está esencialmente, pero no está en el texto. Franco estuvo realmente presionándonos durante todo el trabajo. Yo lo que sentía eran chuzos por todas partes, y todos lo sentíamos así, aun Bryan, que nunca lo dejó estar en un estado de confort a ese chiquito, así que para él fue duro, durísimo. Bryan estaba realmente extenuado, desbaratado al terminar la película, porque Franco lo trató y lo trata como un adulto, y le exigió como a un adulto. Él sabía claramente porqué lo había contratado y cómo era su trabajo y lo que tenía que hacer dentro de la película. Mi relación con el niño, por supuesto, termina apareciendo. Por ejemplo, en la escena del abrazo, se muestra la dificultad de esa mujer de abrazarlo, hablaba un poco de su incapacidad, de una mujer que no tiene esa capacidad de abrazar un niño, de tocarlo y de la necesidad de ese pobre niño de que alguien lo contenga.

  • ¿Cuál es tu momento favorito de la película?

La escena más impresionante para mí es la escena del sándwich. Bryan venía de la escena de la piscina y había estado el día entero metido en esa piscina. Muchas veces entrando a hacer la escena, él estaba dormido y me tocaba despertarlo de lo cansado que estaba. Hicimos muchas veces esa escena, que Franco justo dejó la que el niño me pegó tan duro y yo lo cogí y lo sacudí tan duro que ni me di cuenta. Luego reaccioné y se salieron un par de lágrimas y Franco me dijo que le parecían demasiadas (risas).

  • Volviendo al tema de los actores no profesionales en el cine, algunos directores creen que no logran la verdad de su historia si un actor profesional lo hace, porque no pueden dar ese nivel de realismo o hiperrealismo. ¿A qué cree que se deba? ¿Realmente no pueden? ¿Cómo sus colegas pueden conseguir personajes en cine donde logren un nivel de verdad y naturalidad?

Que bueno que me preguntas eso porque creo que hay varias cosas ahí: una, que es un poco de pereza de los directores dirigiendo actores, o sea, si algo se logra en una película como esta es la dirección de actores de Franco Lolli. Si él logró eso conmigo, cómo no lo van a lograr con cualquier otro. Por supuesto que se puede. Te voy a poner otro ejemplo con otra película que acabo de ver, la película de Simon Brand, “Default”, donde hay cinco actores profesionales, de los que han hecho miles de cosas, y hacen un trabajo hiperrealista. Fíjate que solo grabaron en tres semanas, fue un trabajo durísimo, cuya idea era que pareciera como un documental. Simón me estuvo contando que en la escena del secuestro, hicieron entrar a los secuestradores sin que se los presentaran y los actores casi que se mueren del pánico, de verdad. Así que ahí lo que hay es un trabajo profundo de director. Lo otro, es que creo que algunos directores en Colombia, tratando de hacer ver sus películas diferentes a la televisión, han optado por el actor natural, pero se les ha olvidado que la televisión recogió a todos esos directores de cine que no pudieron hacer cine en los ochenta, y por eso la televisión colombiana se volvió tan interesante y tuvo un carácter tan diferente. Considero, además, que un actor natural no puede llegar nunca, en una escena compleja, a tener la profundidad a la que puede llegar un actor preparado, así que nos estamos perdiendo de tener grandes escenas donde el espectador se identifique y se llene de amor o de odio por un personaje, porque este tipo de actores se quedan impávidos y no tienen la capacidad de contar las diferentes capas de un personaje. Así que este es un llamado. Todos podemos llegar. Necesitamos directores valientes que no tengan miedo a confrontar al actor en escena. Franco me decía cosas como “eso no me gusta, está horrible”.

  • ¿Cómo escoges los personajes para las películas en las que quieres participar? ¿Qué te enamora de un guion para cine?

En el caso de esta película lo que me más me llamó la atención es que parecía que no pasara nada. Yo que trabajé en el cine de los ochentas, recuerdo cómo los directores ponían “todos los huevitos en una sola canasta”, entonces uno no sabía si realmente tendrían la oportunidad de hacer otra película, entonces se trataba de hacer todo en una sola película. Gente de Bien estaba desprovista de todo, trabajando lo cotidiano, con eso que no parece importante. Hacer una escena de vida o muerte es mucho más sencillo que hacer una escena cotidiana y con una verdad que se sienta.

Generalmente yo busco personajes profundos, pero ya en este punto de mi vida me gusta trabajar todo tipo de personajes. Me gustan los guiones bien escritos. Realmente un actor puede jugar, crear y puede ser, cuando hay un buen guion. No te imaginas el trabajo que es hacer hasta la primera escena, cuando el guion es malo. Me gusta que un guion me conmueva de alguna manera.

  • ¿Qué próximo proyecto cinematográfico tienes?

Hice casting para una película inglesa, una comedia light, pero bonita y bien pensada, que me interesa mucho. Estoy muy interesada en seguir haciendo cine, así que chicos, directores, escríbanme. La televisión me va a quedar más difícil hacer, Casa E no me permite estar tanto tiempo por fuera, así que el cine es muy rico porque es corto tiempo, es una cosa intensa y me encanta ponerme esos retos encima.

  • ¿Qué le dirías a los espectadores que aún no la han visto en cartelera?

Déjense tocar por Gente de Bien. Yo entiendo que nosotros como colombianos siempre vemos “el pasto más verde en el otro potrero”, por así decirlo, y siempre nos vanagloriamos de lo que no es. ¡Qué importante lo que está pasando con el cine colombiano! Tenemos ya una estructura que nos está permitiendo hacer cine, directores que están dando la talla a nivel mundial. Yo creo que el día que una película les robe el alma, la gente va a estar ahí, y ojalá sea con Gente de Bien. Yo les aseguro que seguiremos rompiendo los paradigmas de ¡qué pereza ver cine colombiano! ¡el cine colombiano no tiene la calidad! No solo tiene la calidad, sino que tiene las historias que para nosotros son importantes. Vea Rápido y Furioso, tiene su encanto, pero ver Gente de Bien es reflexionar sobre lo que somos. Nosotros no somos Rápidos y Furiosos, no tenemos esos carros, ni eso monos tan bellos, pero tenemos otras cosas maravillosas. Invito a la gente a ver especialmente Gente de Bien. Es una película diferente, que tiene sello de director y que vale la pena ver.

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