El niño de los mandados, último trabajo en cine del fallecido actor Luis Fernando Montoya. Hablamos con el director


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


El niño de los mandados es el segundo largometraje de Carlos del Castillo que tras el anuncio ayer del lamentable fallecimiento del gran actor colombiano Luis Fernando Montoya, se convierte esta película en su último trabajo en cine.

Se espera la película participe en algunos festivales antes de su llegada al circuito comercial.

El personaje de Luis Fernando Montoya en esta producción fue el del sepulturero, en una historia que también fue escrita por del Castillo y que se ambienta en la década del cincuenta donde seguimos a Alfonso, un niño de 11 años que no conoció a su padre y un día infortunado pierde a su madre quedando completamente solo. La vida lo empuja por su supervivencia, así que comienza a trabajar en la Botica, la única farmacia del pueblo donde vive. En ese lugar no hay doctores, así que el boticario es el que resuelve las dolencias de sus habitantes, pero al estar perdido en el alcohol, Alfonso se convierte poco a poco en el “pequeño doctor” de la zona.

La participación de Luis Fernando Montoya en esta película se dio tras la salida de Fernando Solórzano por compromisos por fuera del país. “Tuvimos el gusto de trabajar con Luis Fernando Montoya en esta película y realmente tenerlo a él fue consecuencia de que Fernando Solórzano iba a ser el personaje, pero le salió algo en México y yo pensé en Luis Fernando. Me habían dicho que estaba un poco enfermo, que no estaba tan bien, pero me aventé a preguntar y lo conseguí. Desde ese momento hicimos una gran amistad. Yo le envié el guion y a él le gustó muchísimo la historia. Me dijo que le encantaría participar en la película y se acomodó de una manera muy noble y muy sensata a un presupuesto que obviamente es muy pequeño para lo que él está acostumbrado, porque obviamente sus tarifas son de un gran actor, con mucho reconocimiento y nuestra película es de bajo presupuesto”, nos ha comentado en el día de hoy Carlos del Castillo.

Alejandro, es el nombre de su personaje que tuvo una transformación física que sorprendió a la producción y a las pocas personas que han podido ver los primeros cortes de esta producción. “Poca gente que ha visto la película ha podido darse cuenta que ese personaje fue hecho por él, pues hay una transformación importante. Usa un sombrero, usa el pelo largo que le tuvieron que hacer con pelo de vaca – hecho por la maquilladora Alexandra Sarmiento, una de las más talentosas del cine en Colombia -, fabricando una peluca increíble que le dio una caracterización muy bella, sus dientes, una barba desaliñada. Era un personaje particular que mantenía muy sucio porque en su trabajo vivía untándose de tierra constantemente”.

Se trató de esos roles que un actor siempre agradece porque le permite jugar con la corporalidad y adentrarse además en el yo profundo: “Su personaje fue el de Alejandro, el sepulturero de un pueblo muy pequeño donde él conocía a todas las personas que iban muriendo. Su personaje tenía una bitácora de todas esas muertes, pintando a los muertos que enterraba, dibujándolos a lápiz. Tenía en su cabaña, en su casa, muchos lienzos de esos muertos. Era un personaje con mucho misticismo. Esa fue una de las cosas que lo enamoró”. El sepulturero es de esos personajes que sin ser el protagonista, resulta determinante en la historia como nos comentó Carlos del Castillo: “Era un personaje observador que al final resuelve las cosas y termina siendo quien ayuda a cumplir el sueño al protagonista”.

Considerado el Robert de Niro colombiano, tanto la industria como la audiencia siempre le reconoció su gran talento, su generosidad y construcción de sus personajes, para darle a cada interpretación una adecuada lectura. Pare este papel, hizo sus aportes, ayudando a moldear a Alejandro: ” De una manera muy noble nos ayudó, se unió al proyecto y en el set su trabajo fue una maravilla, se portó increíble, nos aportó de todas las formas posibles con su vestuario; lo agarraba, lo manipulaba, lo corregía, según su criterio. Nos decía, “yo creo que sí me he sentado aquí, entonces lo rasparía más de este lado”, y él mismo lo hacía. Como hace un gran actor siempre, Luis Fernando todo el tiempo propuso su corporalidad. Digamos que me propuso el tema de su voz, su acento, el tono. ¡Me encantó! Su personaje era un tanto caricaturesco, muy poco en realidad, y lo hizo de una manera brillante. Siempre pienso que un gran actor a veces necesita menos dirección y más libertad y esa es mi política cuando trabajo”. Del Castillo exhibió un primer corte de este ya esperado largometraje en el marco del Festival de Cine de Cartagena el año pasado, realizando algunas exhibiciones privadas donde recibió los primeros comentarios positivos sobre la historia y los valores de producción.

Él recuerda con humor, a modo de anécdota, lo mucho que le habían advertido sobre trabajar con una figura de la talla como Montoya que ya casi completaba 35 años de carrera artística: “A mí me habían advertido mucho sobre Luis Fernando, que se perdía mucho del set, que se perdía y no aparecía. Era una preocupación colectiva, lo que pasa es que yo nunca había trabajado con él, entonces teníamos la duda, pero eso nunca sucedió. El rodaje fue en un pueblo y la producción estuvo muy pendiente de Luis Fernando, que nunca le faltara nada, se rodeó para que si la gente le pedía autógrafos tuviera su espacio para hacerlo y para descansar. Fue muy bello con todos, cariñosísimo con los niños. Se mantuvo muy atento a los personajes de todos, estaba metido en todos los temas del equipo técnico y artístico. Una vez nos asustamos porque no estaba por ahí, y era que estaba almorzando tarde en el restaurante”.

El niño de los mandados se rodó durante 40 días, entre agosto y octubre de 2017 en Monguí, Boyacá, conocido por ser el pueblo más lindo de esta ya preciosa región colombiana, patrimonio del país por sus calles empedradas, que se ha hecho famoso por sus fábricas de balones. La producción contó con un reparto lleno de actores reconocidos entre los que figuran adicionalmente Ramiro Menéses, Alejandro Buenaventura, Judy Hernández, Ricardo Vesga y Shirley Martínez. “La película tuvo la participación real del sacerdote del pueblo, interpretando su papel de cura y el alcalde que es médico también y hace de un médico que visita al niño en una circunstancia particular de la historia”. El niño protagonista, Wilmer Amado, es de Monguí e hizo una gran amistad con Luis Fernando Montoya. Él tuvo la oportunidad de compartir varias escenas con el actor, conversar muchas veces con él y recibir varias enseñanzas.

La producción 100% independiente tiene preparado un lanzamiento de la película para los actores y el equipo artístico el próximo mes: “Precisamente habíamos invitado a Luis Fernando para el próximo 19 de julio a una exhibición privada con todo el equipo, que se hará en la Academia Charlotte, que también es coproductora de la película, así que no alcanzó a verla y eso nos llena de gran tristeza”, asegura Carlos del Castillo, quien finalmente nos comentó que estando en la etapa de créditos, harán una dedicatoria especial que se adicionará al corto final de la película. “Lo haremos no solo por lo importante de su personaje, sino por el aporte que le dio al equipo técnico y artístico como ser humano, con sus charlas y sus anécdotas que nos contó durante todo el rodaje. Luis Fernando nos acompañó todo el tiempo, incluso en las escenas que no estaba él. Nos hizo muchos aportes y siempre nos hizo reír”. 

La inspiración real de El niño de los mandados

Después de la premiada internacionalmente La Cienága entre el Mar y la Tierra, que por desacuerdos entre Carlos del Castillo y Manolo Cruz no ha podido ser estrenada comercialmente en el país, en un caso conocido por los derechos de autor, este director se dedicó a este su segundo largometraje que se inspiró en parte de la historia de su papá, en un momento de su vida en que todo cambió. “Es una historia muy inspiradora que cuenta la historia de un niño que lucha por sobrevivir en una época difícil, en unas circunstancias de pobreza muy grandes y que tiene que afrontar la vida desde muy joven. Es una historia para niños y para jóvenes, es muy familiar, que nos hace reír y nos lleva por unos lugares maravillosos, con un lenguaje cinematográfico muy simple, muy básico, poco pretencioso”. Carlos del Castillo volvió a trabajar con el fotógrafo de su primera película, Robespierre Rodríguez e Iván Parra en el diseño de producción. Su productora es Andrea Najar.

Crédito Imágenes: Primer Teaser Trailer, Fanpage película.

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