El tropezón de American Hustle. Escándalo Americano, la perdedora de los Oscars




Pocas sorpresas en la ceremonia de los Premios Oscar 2014. Ganaron todos los que se esperaban que lo hicieran y, también como se esperaba, la película dirigida por David O. Russell ha sido la gran derrotada de la noche.

Escándalo Americano es el nombre que se le ha dado en la mayoría de lugares de América Latina a American Hustle. En España se ha traducido como La Gran Estafa Americana y en Francia como “American Bluff”, que se refiere a la expresión del poker “ir de farol” (engañar).

Hoy en día, la extensión del juego por Internet gracias al acceso gratuito al mismo y una forma de jugar más matemática, aleja el mito de los casinos y las caras de poker, dejando en desuso eso de ir de farol. Sin embargo, podemos decir que el trabajo de Russell reactualiza la expresión, al haberse marcado un buen farol en la recién terminada edición de los Oscars 2014: parecía llevar las mejores cartas pero resulta que no tenía nada.

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La película estaba nominada en TODAS las categorías importantes: Película, Director, Actores protagónicos y de reparto, e incluso, Mejor Guión Original. American Hustle, sin embargo, se ha llevado un total de NINGÚN premio (lista de ganadores y candidatos aquí). El único protagonismo que ha tenido la cinta en los Oscar ha sido el nuevo tropezón de una de sus intérpretes, Jennifer Lawrence, que si el año pasado caía al recoger la estatuilla a la Mejor Actriz, esta vez ha sufrido el mismo percance sobre la Alfombra Roja.

Ése es precisamente el problema: la nominación a unos premios que ya habían ganado. Un año más, Hollywood vuelve a hacernos dudar de si realmente se premia a quien lo merece o a veces se trata de compensar por errores del pasado u otros criterios poco cinematográficos.

  Ninguna de las excelentes interpretaciones de American Hustle ha sido reconocida por la Academia


Ninguna de las excelentes interpretaciones de American Hustle ha sido reconocida por la Academia.

El motivo por el que los analistas ya esperaban que David O. Russell no se llevase ningún premio en esta edición, no es porque la película no lo merezca sino porque Russell ya había sido el “niño mimado”, por decirlo de algún modo, en otras ediciones.Tal y como destacábamos en la reseña de Escándalo Americano, el mayor mérito de Russell es su gran trabajo con los actores que aparecen en sus películas. Con The Fighter (El Luchador, 2011), además de estar nominado a Mejor Película, Guión y Dirección, se llevó el Oscar a Mejor Actor Protagónico (Christian Bale) y Mejor Actriz de Reparto (Melissa Leo). Además, también se nominó a Amy Adams (la de este año era la tercera nominación de su carrera) como Mejor Actriz Protagónica. Su siguiente trabajo, Silver Linings Playbook (El Lado Bueno de las Cosas, 2012) volvió a estar nominado en todas las principales categorías, incluido el reconocimiento para cuatro de los actores de la película (Bradley Cooper y Jennifer Lawrence como principales, Robert de Niro y Jacki Weaver de reparto), aunque sólo Lawrence se llevó el galardón.

Muchos críticos creyeron desmesurado el crédito que se dio a la última película de David O. Russell. Es posible que por ello, y porque sus actores ya han sido reconocidos en otras ocasiones,  que este año se haya ido vacío. Lo que nos hace volver a la pregunta de si se premia realmente a quién lo merece y cuando se lo merece, o se trata en ocasiones, de premios “de consolación” o “ajustes de cuentas”.

Parece que los Académicos de Hollywood a veces pagan sus deudas cuando no deben. En esta edición se vuelve a ver un ejemplo claro con el ganador a Mejor Película. No es que 12 Años de Esclavitud no merezca el galardón, pero seguramente gran parte del premio tenga que ver con el caso omiso que se hizo en la Academia del trabajo previo de su director, Steve McQueen. Es más fácil para el estándar hollywoodiense seguir intentando compensar a la comunidad cinematográfica afroamericana –ignorada durante años- con el premio a una película sobre la esclavitud, que entrar a valorar un trabajo como Shame (Deseos Culpables, 2012). Una obra que recomendábamos en CineVista, pero que es difícil que comulguen con el lado más amable del cine.

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