Pedro Adrián Zuluaga, el jefe de programación del FICCI 2015 nos cuenta detalles de esta edición


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


El crítico de cine Pedro Adrián Zuluaga, asumió el reto de ser el Jefe de Programación para esta edición 55 del Festival de Internacional de Cine de Cartagena, que da inicio hoy con la exhibición de la película “Alias María”, segundo largometraje del director colombiano Jose Luis Rugeles (García).

Con Pedro Adrián pudimos conocer más detalles del proceso detrás de la escogencia de toda la programación del FICCI 2015, de su llegada a uno de los festivales más importantes de iberoamérica, los recuerdos de sus asistencias pasadas y las tendencias que marcarán algunas de las películas.

  • Hablemos del FICCI. Ya inicia el festival de todos.

Sí, Cartagena es un festival de la gente, por ejemplo, hay casi 1200 proyecciones en los barrios. Ese es un festival que uno como visitante desde Bogotá no ve. Hay un festival que ocurre con un público cartagenero, que va y busca a la gente en sus barrios y espacios: en cárceles, escuelas o zonas aledañas a Cartagena. Y no se les lleva cualquier cosa, no se les lleva otra programación, se les lleva buen cine.

  • Cuéntanos la historia de tu llegada al FICCI como director de la programación.

Bueno, en realidad es un equipo que creció mucho este año. Cuando Mónica se va de la dirección, después de estar durante cuatro años, ella logró dejarlo en un punto altísimo, logró posicionarlo en el mapa de los festivales latinoamericanos, darle carácter e identidad. La Junta escogió a Diana Bustamente que ya venía del propio equipo, había sido productora general, así que conocía todo el andamiaje del festival desde adentro, lo que creo le garantiza la continuidad en las políticas y criterios. Es ella quien me llama y me dice que quiere trabajar con un grupo más grande de asesores. En los últimos años siempre ha estado ahí Orlando Mora, el crítico de Medellín, y lo que Diana hace es convocar a Denis de la Roca, que trabaja en Tribeca y a Jorge Navas para la programción de cortos. Con un equipo más grande hay mayor interlocución, mayores miradas, más pluralidad en los criterios de programación.

  • Como este año es el de la introspección, de los recuerdos, hablemos de tu relación con el Festival hasta antes de ser programador.

Mi relación con el festival era como espectador, yo recuerdo que mi primer festival fue en el año 92, justo cuando estaba empezando la universidad, justo cuando empecé periodismo en la Universidad de Antioquia. Esa era una época muy complicada del festival, digamos que en los años 80 tuvo un momento interesante, cuando coincidieron dos factores: en primer lugar, y hasta cierto punto de los ochentas, la presencia del hijo de Victor Nieto, que le dio al festival una proyección internacional, un tono un poco irreverente, en donde se trajeron invitados como Fassbinder, por ejemplo, él también programó unas secciones de medianoche. Lo segundo, es que en la época en la que estaba activo Focine, muy directamente entró a apoyarlo con programas e inversión, entendiendo que los festivales son una respuesta a un cuello de botella que el cine siempre ha tenido, el de la distribución, un problema que aún no se ha podido solucionar. Focine vio en el festival una puerta para dar respuesta a ese desafío de encontrar un espacio para mostrar lo que se producía.

En los años noventa como espectador, ese festival era, hay que decirlo, un poco lánguido, era muy entrañable porque era el lugar de encuentro con los cinéfilos del país, con cineclubistas, críticos, pero era un festival concentrado en unos pocos espacios, con una programación muy abarcable, más sin embargo, nunca se dejaron de estrenar las grandes películas iberoamericanas. Digamos que la retrospectiva de 5+5 da respuesta a esa memoria. Incluso en sus momentos de menor relieve, el festival siempre ha sido el lugar de un cierto cine iberoamericano, de directores importantes como Arturo Ripstein, Román Chalbaud, Francisco Lombardi, que son ahora parte de la selección de 5+5.

  • ¿Cómo es el panorama actual?

Yo creo que el giro importante ya en esta nueva época se da en el 2004 – 2005, con la Ley de Cine y el FDC (Fondo para el Desarrollado Cinematográfico) le da herramientas al Ministerio de Cultura para generar incentivos y volver a mirar al festival, creando lo que se llama “Encuentros Cartagena”, el espacio donde se encuentran productores, donde se hace el taller de festivales de cine, de documentales, de crítica cinematográfica.

  • Yo en los últimos cuatro año he entrado a observar algunos de esos encuentros y cada vez los veo más consolidados, muy dinamizados.

Sí, yo creo que de ahí es que parte el nuevo festival, como también de la llegada de gente como Orlando Mora a la programación, desde antes de Mónica, de la llegada de Lina Rodríguez a la gerencia y de Salvo Basile a la presidencia. El festival que tenemos hoy en día es un evento ambicioso, que le apunta a la industria, pero también a la memoria.

  • Desde el equipo de programación, ¿cuál es ahora el reto?, ¿qué visualizan ustedes para el festival?

El reto más importante y casi que se lanza este año es el “Puerto FICCI”, que retomando la idea de Cartagena como puerto y lugar de llegada e intercambio cultural, quiere básicamente fortalecer el festival como un lugar para la industria. Ahora, la industria, sobre todo para los críticos de cine, es una especie de término muy paradójico, porque lo asociamos al cine industrial, a la comercialización, pero realmente, desde un punto de vista concreto, la industria es la que permite que también haya el cine de autor, que haya experimentación, o que se avance en el lenguaje. Sin industria no hay ningún tipo de cine, ni el comercial, ni el independiente. La apuesta es lograr que se consoliden espacios que incentiven la producción iberoamericana.

  • ¿Qué otras novedades hay para ésta edición?

Este año se hace por primera vez “Puerto Lab”, un espacio donde hay cinco proyectos seleccionados, que van a ser mirados por unos jurados.

  • Ese espacio existe en muchos festivales.

Sí, casi en todos los festivales está. Es que la importancia de los festivales es una para los espectadores, que pueden acercarse a las películas terminadas y es otra para la propia gente del medio que encuentra en estos eventos las plataformas para lograr llevar a buen término lo que son proyectos o iniciativas. Realmente todos los festivales tienen ese componente.

  • ¿Cuántos proyectos participaron en la convocatoria del Puerto Lab?

Se hizo una convocatoria en la que recibimos casi 90 proyectos iberoamericanos y de esos se seleccionaron cinco, entre ellos dos colombianos.

  • ¿Y en qué etapa llegan esos proyectos?

Llegan en etapa de posproducción. Ya son películas rodadas. En donde sí hay proyectos en desarrollo es en Encuentros Cartagena o el taller documental. En Puerto Lab llegan proyectos que están buscando el último empujón. En total serán tres los expertos que los asesorarán, entre ellos Cristina Gallego, la productora de “Los Viajes del Viento”.

  • Retomemos el tema de la programación, descríbenos ese proceso, cuántas películas revisaron, cómo lo hacen y cómo deliberan.

¡Es toda una odisea! Este año el festival se afilió a una plataforma de envío de películas para festivales, en donde los interesados hacen la inscripción en las distintas categorías y suben su proyecto. Esto simplifica el tema del visionado.

  • ¿Cuántas películas se inscribieron para éste año?

En total se inscribieron 420 películas iberoamericanas. Fue una sorpresa para nosotros que siendo la primera vez que implementábamos esta plataforma resultara tal cantidad de inscritos. Lo mismo para el Puerto Lab, que como te decía, resultaron casi 90 largometrajes.

  • ¿En cuánto tiempo las visionaron?

En seis meses, más o menos.

  • ¿Escogen solo producciones terminadas o hay algunas a las que les hace falta trabajo de posproducción?

Sí, vemos muchas películas en “working progress” (en proceso de posproducción).

  • ¿Después del tiempo destinado al visionado, se reúnen en una especie de comité para decidir?

Sí, aunque también hacemos búsqueda directa de películas. Producciones que por alguna razón no se inscribieron.

  • Existe la sensación que los festivales cada año se ponen de acuerdo para escoger proyectos que aborden ya sea un mismo tema, sigan un determinado lenguaje o una cierta narrativa. ¿Esto es algo premeditado desde programación? o ¿realmente son coincidencias de las producciones inscritas?

No se puede negar que indudablemente detrás de esas curadurías hay un sello, del tipo de cine con el que los curadores se identifican. En el caso particular de nosotros, es que es una programación muy arriesgada, en términos formales y temáticos.

A veces los festivales se caracterizan por cierta uniformidad, pero yo creo que eso parte primero, porque las curadurías responden a visiones del mundo y, segundo, porque en el cine se dan ciertas tendencias, como que la cosecha de una producción de un año o varios llega a unos puntos en común, sin que se lo propongan. Yo no creo en esa idea que la gente hace películas únicamente para festivales, que las hacen de manera calculada.

  • ¿Con qué puntos en común se encontraron con la selección de este año?

Muchas películas hablan sobre la homosexualidad, sobre sexualidades no normativas, por llamarlo de alguna manera, de una búsqueda del sexo, que es uno de los grandes temas del cine, pero desde una mirada que evalúa cómo está cambiando esa representación. De hecho, en el Salón FICCI va a haber un espacio dedicado a la reflexión sobre qué está pasando con el sexo en el cine, a propósito de “Fucking Games”, la película de Spiros Stathoupoulos. También hay una en la sección de cortos que se llama “Sin Corazón”, “Nueva Dubai” que está en la selección de cine de medianoche. Todas estas se replantean la representación del sexo en el cine.

Otra cosa que nos llamó mucho la atención, fueron películas realizadas por gente muy joven que hace una mirada a la vejez, sobre lo que pasa en esa etapa de la vida y lo podrán notar tanto en el documental como en algunas ficciones. Hay como una mirada que trata de reconciliarse con esa vejez y que trata de entender qué pasa ahí. Lo otro interesante, es cierta barrera que se rompe, sobre esto, Diana lo decía en la rueda de prensa (en Bogotá), cuando mencionaba que de ciertas películas no sabíamos bien qué estábamos viendo: si un documental o una ficción.

  • Yo a esa característica especial de muchas películas latinoamericanas recientes, la llamo una “línea difusa” entre el documental y la ficción, que por cierto, se ha ido desvaneciendo cada vez más.

Sí, se ha ido desvaneciendo y de hecho, de la competencia este año, hay varias películas que se mantienen ahí en esa línea de cierta “ambigüedad”. Con esta característica se podrá ver, por ejemplo, un documental llamado “Antígona Despierta”, “Blanco Dentro, Negro Fuera” y “Caballo Dinero”, estas dos últimas que hacen parte de la
competencia de ficción.

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