Sep 18 2023 15:45

Reseña ‘Extraña Forma de Vida’: El privilegio de Almodóvar

Por Daniel Ruiz, (Twitter: @tatoruiz)

Caetano Veloso vuelve a poner su voz en una historia de Almodóvar y así, con esa voz luctuosa, solemne y también sugestiva, abre el cortometraje que el manchego estrenó por todo lo alto en la pasada edición de Cannes. Una canción inusual para un western, pero es Almodóvar, que aquí transforma el género y le da un espíritu melodramático, de abatimiento, de absoluta añoranza y con un argumento donde hay secretos, un pasado repleto de deseo contenido y homoerotismo.

Sus hombres rebozan masculinidad, pero tienen otros intereses, distintos a salvar doncellas y volar cabezas. También exudan juventud (aunque no todos sean realmente jóvenes) como Manu Ríos, ese nuevo sex symbol de ojos expresivos, que aquí hace la mímica de estar cantando el fado de Veloso. Un tipo famoso por “Élite”, ese exitoso producto de Netflix, y por sus pechos, que han sido protagonistas en alfombras rojas. Su aparición remarca también una de las características de “Extraña forma de vida”, un cortometraje lleno de hombres hermosos.

18 años después de los vaqueros homosexuales de Ang Lee, finalmente podemos ver la versión del español, a quien le fue ofrecido dirigir el drama hollywoodense, pero que él en aquella época rechazó. Una decisión que, como varias otras, lo ha perseguido por gran parte de su carrera (desde aquel entonces). “Brokeback Mountain” presentaba el sexo en lo oscurito, sugerido, pero faltante de emoción y significado. Almodóvar, en cambio, pone a sus vaqueros a tender la cama, a discutir sobre el pasado y futuro, a revelar con todas sus palabras las ganas de seguir encamándose. Además, también decide mostrarnos el culo y el paquete del otro Pedro, Pascal, ese nuevo símbolo sexual que nos marea y encanta a todas. También ha sido el único (Almodóvar) que ha podido convertir en alguien deseable a ese señor de nombre Ethan Hawke, reforzando esa profunda voz que tiene y que aquí resuena y nos lleva a imaginar de más, a pesar de esa frialdad de su personaje. Es decir, “Extraña forma de vida” es lo que no fue la de Ang Lee, una muy fuerte propuesta erótica que mezcla nostalgia y absoluta ternura.

En “Extraña forma de vida” convergen todos los intereses de Almodóvar: la moda, la contención, el pasado conflictivo e intrincado, la maraña argumental y los colores vívidos. Aquí ya no retumba el rojo de siempre, sino el verde de esa chaqueta que lleva Silva (Pascal) y que, según el mismo Almodóvar, es un verde ya explorado en otros westerns. También los fuertes tonos tierra que, por el género de la película, no podía ser evitado.

Y a pesar de ser un poco “lo mismo de siempre” o a lo que nos tiene acostumbrados, el corto argumento queda en una especie de suspensión, con una sensación de estar incompleto. Con su anterior cortometraje, “The human voice”, con Tilda Swinton, Almodóvar regresaba al argumento que ya había explorado en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” o “La ley del deseo”. Convertirlo en corto era una suerte de ejercicio maestro que nos recordaba que el argumento seguía obsesionando al director y que no era más que una muestra de pericia y habilidad con más presupuesto y libertad. En su nuevo cortometraje pasa todo lo contrario y ojalá en un corto futuro lo vuelva a explorar en largo, porque tiene, sin duda, mucho que contarnos a través de ese ejercicio de género.

Pero no todo es deudas con “Extraña forma de vida”. Pedro sabe cómo hacer que sus protagonistas sean entrañables. Absolutamente inolvidables. Siendo un experto en melodramas, sabe condensar toda la herida que cargan sus protagonistas. Ese contraste de las voces y tonos no hace sino recordarnos del espinoso y complejo pasado de ambos. La ausencia de escenas sexuales no hace sino recargar las intenciones de su director: que nos enfoquemos en el gran conflicto y en esa visión suya de que dos hombres pueden perfectamente convivir en un universo que se supone tan masculinizado, como cualquier otra pareja heterosexual del cine de cowboys y hombres armados.

El cortometraje, presentado en Latinoamérica a través del MubiFest, llegó al Perú de la mano del Festival de Cine de Lima y acompañado de Esther García, la productora del cortometraje, y de las demás películas del español desde “Matador” (1986). García, simpática y vivaz, y a quien le brindan un amplio homenaje en el festival, revelaba no solo que Pascal hablaba cero español, también que era ella (en compañía de Agustín Almodóvar) la encargada de cumplir los caprichos del director. “Toda obra de Pedro tiene una única razón y es que él quiere hacerla”, lo que generó inmediatas risas entre el público. “Hace lo que quiere en cada momento y no tiene en cuenta un planteamiento comercial. No se deja influir por simples tendencias (…) solo quería contarla.” Esther, que conversaba con Josué Méndez, director artístico del festival y con Enid “Pinky” Campos, productora peruana, hablaba del conflicto de las salas y lo difícil que se ha vuelto el cine en esta época, sin embargo, con Almodóvar es distinto, y no importa si lo que lanza es un largo o un corto. “Es una situación muy diferente porque su obra siempre está vendida”. Es por supuesto un privilegiado como otros pocos. Y muchos queremos ver el resultado de todo ese privilegio.

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