Reseña Frío en la montaña de Edison Gómez Amaya – En guerras largas el enemigo se vuelve difuso


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


Llega a cartelera la ópera prima de Edison Gómez Amaya, Frío en la montaña, una historia de ficción sobre el absurdo de las guerras.

El largometraje fue el ganador del Festival Internacional de Cine en las Montañas (se lleva a cabo en Manizales y Villamaría) de este año.

Se ha dicho que las películas sobre el conflicto armado en el país y el proceso de paz están sufriendo de un desgaste y como ya pasó cuando se estrenó “La pasión de Gabriel” (en 2009), lo que demuestran obras como esta es la necesidad de seguir refrescando su narrativa y buscando caminos para no dejar de tocar temas que se van volviendo paisaje entre tanta problemática.

Así como ocurre con el gran largometraje de Luis Alberto Restrepo, la historia de Frío en la montaña nos traslada a la ruralidad, a una zona alejada, fría y montañosa, a un cerro donde Ebanisto, el protagonista, es un campesino cuyo trabajo es el de cuidar un radio transmisor y una antena repetidora, en una zona de fuerte tensión armada. Lo acompaña su mascota, un cerdo. Su cotidianidad y su soledad se ven interrumpidas cuando aparece herido un hombre al que decide rescatar y llevar a su refugio, asumiendo el riesgo de los bandos que lo visitan. Sin preguntar mucho, van tejiendo una amistad junto a un guerrillero que pasa revista todos los días.

Son tres hombres de posiciones distintas que tienen en común cosas como el niño interior, la nobleza de su ser campesino, los sueños de una vida tranquila y las heridas de una guerra ajena que los tiene a todos como víctimas, victimarios y sobrevivientes, en donde ninguno cae en cuenta quién o qué es. 

De esta manera es que Edison Gómez Amaya aborda el conflicto del país, con una historia entre adorable, carismática, agridulce y muy simple que en su trasfondo propone esa reflexión siempre oportuna sobre el cómo la guerra va involucrándonos a todos, haciendo que ese enemigo se vuelva cada vez más difuso y hasta la razón de elevar banderas ideológicas no tengan un por qué claro. El somos y pertenecemos porque sí, queda bien reflejado en una de sus escenas.

Con un diseño de producción cuidado y una gran fotografía que explota todo ese lugar frío y nublado donde las balas no pueden verse sino solo escucharse (rodada en San Antonio del Tequendama, Cundinamarca), la delicadeza de este director también tiene su acierto en la mezcla de un reparto de actores naturales con profesionales, entre ellos el protagonista, Braulio Antonio Páez, un actor natural, buscado por muchos meses, dando como resultado toda esa autenticidad que desde un inicio le preocupaba al director. Este personaje fue encontrado en uno de los festivales de música carranguera de la región cundiboyancense y por eso su gusto por el género también se deja ver de varias formas en la película. 

Por la misma naturaleza sencilla de este largometraje es esencial no revelar más de su historia y permitir que el espectador se conecte, algo nada difícil de lograr, con estos personajes.  Hay que insistir en que con Frío en la montaña vuelve a demostrarse la teoría acerca de que no es lo que se cuente sino el cómo se cuente lo realmente importante, porque de historias repetidas o repetitivas el cine mundial está inundado. A veces tampoco se trata del tiempo. Muchas películas nacionales terminan llegando a salas hasta tres años después de su realización (o más). Amaya ha escrito un guion sin pretensiones y con ello ha construido una película valiosa y muy bien narrada. Una historia colombiana y la vez universal, que fluye correctamente, que no se distrae con muchos subtramas, que se concentra en sus tres grandes protagonistas y los muestra en ese momento particular, iluminado, inocente e injusto de sus vidas. 

Hay películas de crítica social y política que no atropellan, que no buscan el choque inmediato o el impacto, sino que se acercan al espectador desde la emocionalidad. No quiero decir con esto que alguno de los dos tratamientos sea mejor que otro, pues simplemente se trata de decisiones artísticas. Este largometraje opta por lo segundo y consigue clavarse en la memoria por su gran final – que es un recuerdo nostálgico encaminado hacia que todos perdemos en los largos conflictos- y, por supuesto, por Braulio, gracias a su desempeño fantástico, realista y sus miradas transparentes y creíbles. 

La película también estuvo seleccionada en el Festival de Cine de Cartagena y en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

Ficha Técnica

  • Dirección: Edison Gómez Amaya
  • Guion: Edision Gómez Amaya
  • Género: Drama
  • Duración: 75 minutos
  • Protagonistas: Braulio Antonio Paéz González, James Rolman Sababria López, Antonio Niño Sandoval
  • Fotografía: Pedro Pablo Vega Reyes
  • Música: Braulio Antonio Páez
  • Montaje: Edison Gómez
  • Productora: Sinercia Producciones
  • Año: 2020

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