Reseña “Mi vacío y yo” de Adrián Silvestre – Haciendo camino




Por Daniel Andrés Ruiz Sierra (@TatoRuiz)

A medio camino entre el documental, pero con una férrea voluntad de plantarse en la ficción, Adrián Silvestre arma un ejercicio de búsqueda de identidad, atravesado por el feminismo, encausado en un personaje trans y que busca no solo hablar directamente a la comunidad LGBTQI+ que, dicho sea de paso, hemos hecho un camino para descubrirnos más bien complejo, confuso y lleno de piedras.

Con “Mi vacío y yo” Adrián Silvestre se plantea hablarle a la gran diversidad de identidades de género sin importancia de su orientación sexual.

Es, de un modo formal, una película que sin mucho esfuerzo encontrará una lectura de empatía porque no es solo una especie de valiente y urgente grito de visibilización para las personas trans, como quien pega alaridos para llamar la atención (y con justa razón), conversa también sobre la construcción del discurso de inclusión social a través de nuestros cuerpos, sean cuales sean.  

Raphi es muy joven. Está llena de vida. Es una persona andrógina y parece que se le cae el piso cuando le diagnostican disforia de género. Raphi también es algo ingenua, sueña con conseguir su otra gran mitad, el príncipe azul y además es extranjera, aunque esto último parece no ser un gran conflicto (¡por lo menos!). A primera vista Raphi tiene todo en contra para ser auténticamente feliz y le cuesta sobremanera no solo adaptarse en sus espacios rutinarios y laborales, también entender qué es eso de la disforia de género.  

Como cualquier otra veinteañera, Raphi sueña con grupos sociales y necesita avalar su encanto a través del sexo, recurriendo a las apps de levante, espacios donde consigue esporádicos polvos, pero, sobre todo, se vuelve víctima del odio y un depósito de parafilias y un rosario de asunciones, resultado de la ignorancia y la poca educación sexual. Raphi, o Raphaelle Pérez, la protagonista de “Mi vacío y yo”, vivió todas las experiencias aquí narradas. Su tránsito sexual y de identidad, así como el afectivo y social fueron narrados en un libro autopublicado y titulado “Call me Raphi” y que Adrián Silvestre conoció de la mano de su autora en un taller de cine que él daba a un grupo de mujeres trans en Barcelona. Una experiencia que, según cuenta el propio Silvestre, fue determinante para desarrollar esta ficción y un documental titulado “Sedimentos”, película que también se exhibe por estos días en la Muestra de Cine Español en el país. 

“Mi vacío y yo” es entonces el resultado de un trabajo colectivo. Su título proviene de uno de los relatos escritos por Raphi, y que dieron lugar a una primera versión de un guion al que luego se unió Carlos Marqués-Marcet (“10.000 km” y “los días que vendrán”). Adrián Silvestre y compañía crean y retratan a un personaje complejo. Como director sabe retratar el universo realista en el que a todos nos toca convivir y que para una persona trans no es nada fácil, ni siquiera en un país que pensábamos muy progre y liberado de tabúes. Hace mucho teníamos la idea, y una lectura, de que se trataba de un país (así, sin claroscuros ni contextos) en el que la vergüenza y las trabas relacionadas al reconocimiento por el otrx no existían. ¿Cómo podría ser que el país desde donde venían figuras como Luis Buñuel, Bigas Luna, Jesús Franco, Vicente Aranda, Eloy de la Iglesia, Julio Medem, y Pedro Almodóvar, entre otros, tuviera problemas con el sexo y la representación de las diversidades? Pues hay que ser muy ingenuo y poco informado para creerlo, probablemente y como le habrá pasado a Raphi, moviéndose en una ciudad que creíamos demasiado perfecta, pero que hace parte de un país que defiende inventos como el pin parental y en el que VOX es cada vez más protagonista, por decir lo mínimo.  

Lo que se cuenta en “Mi vacío y yo” se desprende del estereotipo marginal de la mujer trans y va por derroteros que exploran el arquetipo del profesional que se va abriendo camino y la ve difícil. Se concentra en narrar la búsqueda del ser humano por amor externo para lograr aceptarse a sí mismo y valorarse, y en narrar el conflicto que hoy en día significa quedar y encamarse con alguien: entrar al agujero negro de las redes sociales y las apps de levante. Al margen de su realidad, Raphi tiene exactamente los mismos problemas que cualquier hijo de vecino. Los mismos problemas de cualquier otro ser humano en sus veintitantos.  

El empedrado camino que todos atravesamos (heteros, bisexuales, asexuales…) y entendemos de a pocos, también lo asume y lo atraviesa Raphi. Sus experiencias y su madurez llegan también de reconocer que el otro y la otra también sufren y no porque sean trans. Raphi se enfrenta a escuchar problemas sexo afectivos de mujeres cis u hombres cis homosexuales, y logra despertar empatía en un grupo de mujeres trans, donde además se recrea una discusión que no puede quedar relegada. Frente a su decisión de si hacerse o no una reasignación de sexo, Raphi asume que tal acción podría responder a una dictadura de la que todas son víctimas, es decir, asume que otras mujeres trans que han hecho su reasignación de sexo lo hicieron no por ser libres si no por ser víctimas de la presión. La discusión, que es mínima y no ocupa un espacio enorme en el relato, es importante en tanto que hace parte del proceso de aprendizaje y crecimiento de su protagonista, una que está ahí, en la pantalla, recordándonos que su objetivo es el de lograr encontrar su propio lugar. 

“Mi vacío y yo” es lo que yo llamaría un peliculón. Así, sin más. Parece vago, pero es tremendo monumento. Es un ejercicio superlativo y urgente. Luego de verla y emocionarme hasta el tuétano, me queda claro que Raphi (la verdadera y la que está en la ficción) tiene absolutamente todo a favor para ser feliz. No tengo duda de que una película como esta va a encontrar rápidamente su espacio, su momento de celebridad y, seguramente, su momento de encumbrarse como ícono. No exagero. 

Ficha Técnica

  • Dirección: Adrián Silvestre
  • Guion: Adrián Silvestre, Raphaëlle Pérez, Carlos Marques-Marcet
  • Duración: 98 minutos
  • Género: Drama, Transexualidad
  • Producida por: Marta Figueras, Eva Murgui, Javier Pérez Santana, Alba Sotorra
  • Reparto: Raphaëlle Pérez, Alberto Díaz, Carles Fernández Giua, Marc Ribera, Isabel Rocatti
  • Cinematografía: Laura Herrero
  • Montaje: Adrián Silvestre
  • Países: España, Francia
  • Año: 2022

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