Niña Errante de Rubén Mendoza – Crítica. La película de apertura en el FICCI 2019


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


Niña Errante es el nuevo largometraje de Rubén Mendoza que tras recibir el máximo premio del Festival de Cine de las Noches Negras de Tallinn (Estonia), ha sido seleccionada para dar apertura al Festival Internacional de Cine de Cartagena que da inicio mañana.

Su nueva película de ficción es un relato delicado de un encuentro no programado que, entre la realidad y la fantasía, habla de feminidad, del descubrir del cuerpo, de la libertad, la adaptación y el duelo, en medio de un proceso de transición.


Mendoza a lo largo de su filmografía ha mostrado personajes de fuerte presencia y gran carácter difíciles de olvidar, entre ellos, personajes femeninos que son liberados de los cánones, como Lucía en “Tierra en la lengua” o como María Luisa en “Señorita María, la falda de la montaña”, pero hasta ahora reúne (en la ficción) a un grupo de mujeres y reposa sobre ellas toda la atención.

Niña Errante es un viaje físico y emocional de una preadolescente, Ángela, que en plena etapa de cambios y ad portas de comenzar a menstruar, debe partir de su casa buscando refugio donde una tía a la que no conoce, pero es la única opción posible después que su padre fallece y era quien la criaba, al perder a su mamá al momento de su nacimiento. Ese recorrido hacia su nuevo hogar no lo hace sola, sino con sus medias hermanas (Carolina, Gabriela y Paula). Es el funeral de ese padre ausente para la mayoría de ellas el que las ha reunido y es el duelo el que les ofrece una oportunidad de compartir y estrechar sus lazos.

Temáticamente algunos notarán una ligera cercanía con Our Little Sister de Hirokazu Kore-eda, pero lo que para el cineasta japonés es una historia centrada en un encuentro que se vuelve afectuoso y de relaciones familiares que parten de lo atípico, para el cineasta colombiano es una historia de hermandad, con un encuentro que revela la feminidad desde cuatro perspectivas distintas, misma que Ángela debe absorber en el caótico paso de ser niña a mujer, y lo hace mayoritariamente en silencio. Es esa transición la que el director usa para romper su narrativa y elevar la historia con subtextos, simbolismos y elementos fantásticos, casi oníricos.

Los dilemas, las confrontaciones y contradicciones de cada hermana son vistas más allá de la emocionalidad, porque lo primordial en esta película es lo físico, es el cuerpo – mostrado reiteradamente en primerísimos planos – y el jugueteo que tienen con él, reflejando así las tensas relaciones femeninas entre alma y cuerpo, o por lo menos, distintas formas que hay en su íntima interacción.

Es Niña Errante una película sobre la feminidad a través de la exploración del cuerpo – es muy sensorial, de piel, de sentir y tocar -, misma que como Ángela se da en un proceso tan inevitable como abrupto, no determinado por un tiempo específico y sin instructivo. El cuerpo como espacio incomprendido, como territorio de choques, de odios, amores y conquistas, como la genial escena de una Ángela danzante junto a una máquina excavadora, en un equilibrio frágil y un terreno hostil. El cuerpo como instrumento de enajenación femenina. 

Estas cuatro hermanas, de estilos de vida y pensamientos diferentes, confrontan de forma genuina y honesta su espíritu femenino ejerciendo el poder de libertad a través de sus propias virtudes y defectos. La presencia del hombre en esta película aparece para mostrar comportamientos culturales, para tratar de seguir imponiendo su poder, para perpetuar su violencia atacando física o verbalmente, mientras ellas se las arreglan para sobrevivir a esa cultura machista, bien sea con cierta permisividad, torpeza o con humor. También para mostrar cómo su paternidad irresponsable las determina como mujeres. La presencia masculina  en todo caso es implícita y desafiante como accionante de los conflictos.

Contrario a algunas de sus películas donde la fiereza era parte del motor de las historias de Mendoza, este componente masculino es lo más cercano a ese espíritu perturbador de sus atmósferas. Aquí el ritmo es más contemplativo. Así mismo, y como ya es su sello, Niña Errante es una película que no solo se cuenta a través de la historia sino que la fotografía (destacado trabajo de Sofía Oggioni), el sonido, la sobresaliente música y el naturalismo que siempre manejan, constituyen otra rica fuente de lecturas. Finalmente, está otro de sus sellos, los finales, y el de Niña Errante no solo ofrece el clímax esperado para la protagonista, sino que nos deja abierto el camino de la perdurabilidad. Los ojos de Ángela reflejan lo que ha dejado atrás, pero también lo que tiene que procesar en su rumbo hacia la madurez.

Es interesante cómo Rubén Mendoza teje una historia que sin ser perfecta, con momentos de desconexión, opera en defensa de la feminidad a través del cuerpo, sin ocultar el instinto primitivo de observarse como objeto sensual y de satisfacción para la mujer misma, y sin que esto sea un hecho cuestionable, sino como parte de su naturaleza. Negar el cuerpo, la belleza, la ornamentación, el deseo y las dinámicas sexuales y de seducción, es caer en un discurso moral que no tiene cabida en una película con una mirada más compasiva y tierna que de provocación y malas intenciones. De hecho, esos cuerpos que tanto se destapan se exhiben con respeto y hasta inocencia, y con una delicadeza que no deja de ser curiosa considerando que detrás está un hombre. 

  • P.D. 1: Otro trabajo destacado fue el casting (Carlos Medina), pues es una película de personajes. Las actrices (María Camila Mejía, Carolina Ramírez, Lina Marcela Sánchez, Sofía Paz Jara) tienen en buen desempeño para dar realismo y mostrar sus cuerpos con naturalidad.

 

  • P.D. 2: La película se estrenará en cartelera nacional a partir del 4 de abril.

 

  • P.D. 3: Además de la exhibición inaugural, durante el FICCI tendrá un total de tres funciones: jueves 7 (TAM – 18:00 horas), sábado 9 (Bocagrande – 15:15) y lunes 11 (Caribe Plaza – 19:00) de marzo.

Ficha Técnica

  • Dirección: Rubén Mendoza
  • Guion: Rubén Mendoza
  • Género: Drama
  • Duración: 82 minutos
  • Reparto: María Camila Mejía, Carolina Ramírez, Sofía Paz Jara, Lina Marcela Sánchez
  • Cinematografía: Sofía Oggioni
  • Montaje: Andrea Chignoli y Rubén Mendoza
  • Música: Las Ánez
  • Diseño producción: César Rodríguez
  • Arte: Oscar Navarro
  • Sonido directo: Andrés Montaña
  • País: Colombia
  • Año: 2019

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