Reseña Dick Johnson is dead de Kirsten Johnson. Revancha contra la mortalidad.




Por Daniel Andrés Ruiz Sierra (@TatoRuiz)

Hay una secuencia en esta película en la que su directora, Kirsten Johnson, intenta hacer ejercicios de memoria y conversar con su madre, que sufre de Alzheimer y se le ve físicamente ausente. Y entonces, con su voz en off, Kirsten afirma que lleva aproximadamente 30 años haciendo cine documental, esto es, filmando lugares, rostros y creando reflexiones y secuencias alrededor del mundo, pero, casi que, irónicamente, no tiene en su haber un solo fotograma de su madre, donde se deje ver como la persona cálida que dice haber sido.

Solo tiene la imagen de una mujer disminuida, impedida y totalmente dependiente. Y conecta esta secuencia con una conversación con el padre, Dick Johnson, que más que una conversación parece una sesión de psiquiatría totalmente liberadora y evidentemente emotiva. Y me parece que es esta una de las escenas claves en Dick Johnson is dead (Descansa en paz, Dick Johnson, 2020) porque, entre otras, resume un poco el profundo deseo de su directora: armar una suerte de revancha contra la vida misma luego de la muerte de su madre, creando un ejercicio que rebasa y excede a la memoria. Un ejercicio tan estrambótico como brillante.

Dick Johnson is dead narra los últimos años del homónimo psiquiatra a través de los ojos de su hija, quien, asimilando el Alzheimer de su padre, decide ponerse de acuerdo con él para filmar su muerte. Varias muertes. Completamente accidentales y ciertamente absurdas. Y el padre, que es un tipo extremadamente querendón y completamente simpático, se goza todo sin problema alguno para luego imaginar posibles paraísos que vienen después de la muerte, sin dejar de asumir la cruda realidad, que está a la vuelta de la esquina.

Y piensas que una película como esta es sin duda alguna, una completa modificación a ejercicios del mismo género, que tan en boga están, y donde sus protagonistas son generalmente los y las directoras, trastornaditos todos, y que buscan una reconciliación con sus familias. Una suerte de terapia donde algunas veces hay una reflexión más allá de la historia personal.

Y aquí la modificación no es solo porque padre e hija no cargan con cuentas pendientes ni traumas entre ellos, de hecho parecen un par de amigos adultos; es por la enorme mordacidad con la que han decidido retar a la mortalidad y ver con auténtico y eficaz humor negro una situación tan cruda y dolorosa. Kirsten Johnson y su padre no se andan con rodeos, no se autocensuran ni se guardan un solo chiste, y sumado a la secuencia de muertes y ensayos con dobles de riesgo, y con la certeza de que en aquel particular ejercicio hay siempre una especie de resurrección, se lanzan con detalles como sobre poner en la puerta del consultorio del padre, la fecha de nacimiento y el intrigante vacío en el lugar donde estaría la fecha del deceso, juegan con los niños a matar una mosca que parece ‘luchar por su vida’, o incluso se deleitan con la mismísima sensación de inseguridad en la escena inicial, una evidente buena situación para una muerte segura. Para un señor de la edad del protagonista, por supuesto.

Especiales también son las secuencias con un tono “más serio” y en las que se reflexiona sobre la enfermedad, como el momento agridulce en que la hija decide que es hora de que su padre deje el carro para siempre, o el momento en que cierran la oficina en la que el señor Johnson trabajó por años. Y más especiales y llenas de completo brillo son las secuencias en las que imaginan el paraíso celestial, ideas propias de las creencias religiosas de la familia, y donde la directora pone completo empeño de representación con un trabajo plástico memorable. Secuencias de puro placer y toda una experiencia religiosa que despertarían la envidia de cualquier católico vecino.

Padre e hija son un par de seres sarcásticos, reflexivos y completamente graciosos sin llegar a ser banales o tontos. Cada detalle de sus vidas es indudablemente especial, incluso la vida personal de ella, que vive en un apartamento al lado de los padres de sus niños, una pareja de hombres en donde uno de ellos es nadie más ni nadie menos que el enorme Ira Sachs. Entre talentosos se entienden.

Dick Johnson is dead posee enorme sensibilidad y mucha autenticidad. Bebe del documental y la ficción a partes iguales, y me parece que está impregnada de referencias al cine de Buñuel, al de Roy Andersson o los Monty Python, sobre todo en ese final que es tan rocambolesco e indiscutiblemente bello con el que no pude evitar llorar pensando en toda la gente que nos va a faltar, o la que ya nos falta, y que amas con total y legítima pasión.

Estrenada en Sundance de este año, la película está disponible en Netflix desde el pasado 2 de octubre.

Ficha Técnica

  • Dirección: Kirsten Johnson
  • Guion: Kirsten Jonson, Nels Bangerter
  • Duración: 89 minutos
  • Género: Documental
  • Cinematografía: Kirsten Johnson
  • Montaje: Nels Bangerter
  • País: Estados UnidosAño: 2020

 

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