Entrevista a Adrián Silvestre director de “Mi Vacío y yo” y “Sedimentos”


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


“Si bien dicen que los creadores tenemos una voz, mi voz es la de escuchar y tratar de empatizar con personas que aparentemente no son tan parecidas a mí”. 

 

 

El director Adrián Silvestre ha sido el invitado especial de la Muestra de Cine Español 2022 que se lleva a cabo por estos días y se extiende en cinco ciudades de Colombia hasta el próximo 27 de agosto. De su filmografía se han presentado sus dos últimas películas, “Mi vacío y yo” y “Sedimentos”, dos obras extraordinarias con las que trabajó de la mano de la comunidad LGBTI, específicamente de mujeres trans, para crear dos historias profundamente humanas y reales que no solo las retratan desde su abanico diverso y complejo, sino que también apela a la empatía y a eliminar tabúes y clichés. 

Conversamos con él de ambos largometrajes que funcionan como un díptico:

  • Quiero empezar compartiéndote algo curioso que me pasó viendo “Mi vacío y yo”. A los pocos minutos de empezada y a medida que avanzaba el metraje, tuve la sensación de estar viendo una historia de ese cine fresco y auténtico que le vi en su momento a Carlos Márquez-Marcet con 10.000 KM, siendo tus películas muy diferentes a esa. Cuando en los créditos apareció su nombre, me sonrié. Esa es mi primera pregunta. ¿En qué momento aparece éste director involucrándose en la coescritura, por qué él y en qué consistió su trabajo?

Pues primero decirte que qué buen ojo tienes (risas), porque esto es de las cosas que no lo sabe nadie, a menos que lo haya visto o buscado primero. Él no estuvo en la génesis de la historia. La historia parte de un trabajo con un grupo de mujeres trans. “Mi vacío y yo” (leer reseña) partía de los relatos de Raphi (la protagonista) y de nuestra amistad, y había un vínculo tan fuerte, que la propia productora nos pidió que permitiésemos que alguien externo pudiera verla. Para ese entonces llevábamos trabajando en una versión desde hace un año o dos. Entonces estuvimos viendo nombres con los que teníamos cierta sintonía y ahí estaba el de Carlos, yo no lo conocía en persona. Tuvimos un par de encuentros, hubo química y a partir de ahí trabajamos en qué podíamos potenciar la historia para que fuera más cinematográfica. Si tu intuyes esa impronta de él, pues fue en esa fase final, donde pudo meter su mano.

  • Ambas películas están ambientadas en la comunidad trans y con ambas exploras de forma profunda su mundo y sobre todo complejidades. ¿Cómo fue el acercamiento?

Yo me acerqué con mucho respeto, pidiendo permiso y diciéndoles que era cineasta y quería hacer unas películas, pero sobre todo, el querer conocerlas de verdad. Les dije que yo les enseñaría sobre cine y ellas me enseñarían de sus vidas. Les dije que hiciéramos juntas una película donde pudiéramos romper los estereotipos. Hubo mucha cercanía y un pacto de confianza. Fue un proceso muy largo y colaborativo.

  • Las películas son consecutivas, una de 2020, otra de 2021, pero en tu mente, ¿cuál planeaste primero y en qué momento, de cuál proceso, se te ocurre que vas a hacer una segunda?

Es una pregunta interesante porque las desarrollé a la vez e incluso he llegado a preguntarme con la misma Rhapaelle qué fue primero. La realidad es que yo entro al grupo con la intención que te acabo de contar, la de enseñar, de modo que si no salía nada, pues hacíamos otra cosa, algo como una video-creación. A mí me importa tanto el proceso como el resultado. En ese momento no tenía productora, no tenía recursos, pero quería ver qué podía pasar. Yo recuerdo que lo primero que decidí fue hacer la película de Raphi (“Mi vacío y yo”), porque vi el potencial que tenía como escritora y como actriz, y era una historia que veía muy clara, que debía ser contada, pero claro, tenía tanto tiempo trabajando con ellas y conocía de las otras historias que se quedaban, que pensaba yo éticamente lo injusto que era dejarlas por fuera, entonces rápidamente dije que nos la jugáramos e hiciéramos un documental (“Sedimentos”), algo más pequeño, que nos fuéramos al campo y miráramos que podía pasar.

En el mismo año filmamos ambas, pero como era más pequeña y más fácil de producir “Sedimentos”, se produjo antes que la otra. Ese fue como el timing, luego vino la pandemia, el caos total, se detuvo todo, así que me dediqué durante ese tiempo a editar las dos. Luego nos dijimos que no podíamos estrenar las dos al tiempo, y ahora estoy haciendo malabares con ambas (risas).

  • Siento que las dos películas son un canto muy humano y de búsqueda de empatía. ¿Cómo las leas y no sé si consideras más justo hablar de ellas por separado?

Para mí la empatía es la herramienta de casi todos mis trabajos. Si bien dicen que los creadores tenemos una voz, mi voz es la de escuchar y tratar de empatizar con personas que aparentemente no son tan parecidas a mí y de repente voy descubriendo que tenemos mucho en común, entonces mi reto y mi deber como cineasta es hacer que un público todavía más distinto, pueda decir que la siente cerca. Si logro eso, consigo hacer cine, un cine que siempre va a ser imperfecto, pero es mi motivación.

Yo no diría que una es una precuela y la otra una secuela, sino que complementan muy bien lo que yo he aprendido. Pienso que ambas abordan la temática trans desde distintos prismas, no las veo redundantes. Creo que eran necesarias las dos para completar esto que yo llamo un díptico. No sé qué quedó por fuera o si hiciera una tercera, pero creo que ahí está lo mejor que puede hacer con ellas.

  • Quiero decirte que me encantó “Sedimentos” y la siento como gran una metáfora entre la Tierra y el ser humano, que está marcada por etapas, procesos y cambios que dejan huellas en nosotros y de ahí se intuye el título. Hablemos del documental.

Para mí es esa la lectura exacta de esta película y debo confesarte que yo no sabía nada de geología, así que si me comienzas a preguntar de estratos y capas me pierdo (risas). Yo no sabía de antemano que sería una metáfora, yo fui filmando y cuando comencé a ver el paisaje y luego escuché a Alicia (en la escena que se ve en la película) explicándole a Yolanda sobre las capas, fue que lo supe. Yo iba a hablar de la identidad y de por qué somos como somos, y de que al final es imposible entender del todo esa esencia, porque no tenemos todas las respuestas para eso. De repente por esos días pasó algo mágico y es que comenzamos a notar que el paisaje hablaba con la historia y de ahí salió el título de “Sedimientos”.

  • Siento también que las historias de ambas películas pudieron ser o documental o ficción. De hecho, “Mi vacío y yo” juega mucho con lo narrativo y lo no narrativo, y lo comento porque me da la impresión que en tu proceso no te preocupas mucho por la escogencia del formato o, más bien, ser tan estrictos con ellos.

De hecho debo decirte que es una despreocupación consciente y casi que una provocación, como diciéndole al público y a los festivales: “Ves que no son tan distintas”. Cuando yo veo una película trato de no leer previamente de ella y cuestionarme si lo que estoy viendo estará ocurriendo de verdad. Eso me encanta, me hace volver a ser el niño que era cuando no estudiaba cine.

“Mi vacío y yo” tenía que ser una ficción, porque estábamos recreando algo del pasado y en “Sedimentos” no me preocupé mucho. Traté de no decirles nunca si era un documental o una ficción, solo les dije que fueran ellas mismas, que no forzaran nada. Yo dejé que fueran los propios agentes, distribuidores y festivales los que les pusieran las etiquetas. Y te digo que me gustaría seguir haciéndolo así. Ahora mismo estoy filmando un documental, mi siguiente proyecto, si sale, será una ficción, así que ojalá siempre pueda desconcertar jugando con los lenguajes (risas).

  • Has dicho que tu proceso creativo es diferente. ¿Cómo es exactamente?

Sí, es un proceso muy sui géneris. A mí siempre me ha funcionado empezar a través de la formación, si quiero conocer a una comunidad o a un grupo, ofrezco un taller o algo que sea de forma muy libre, donde puedan participar y aportar. Casi siempre he trabajado con mujeres. A partir de ahí, de eso tan estructurado se puede romper y comenzar una amistad. De ahí salen los relatos y las historias de vida. Yo construyo a partir de la escucha, comienzo a enseñar de actuación para que pierdan el miedo a la cámara, que tomen ellas mismas la cámara y se filmen. Claro, esto es algo que lleva tiempo y psicología.

  • Se te siente cómodo trabajando con actores no profesionales.

¿Sábes? Para mí es fácil. Hay directores que les da miedo trabajar con gente natural y yo pienso que podría trabajar casi con cualquiera y no con cualquier actor profesional podría trabajar, porque es como un lienzo. Con alguien que nunca ha hecho cine, tu puedes incorporar cosas, entender a la persona e ir jugando y viendo hasta dónde puede llegar. Con un actor profesional, que venga con demasiada conciencia de lo que quiere, yo ahí ya no sé cómo restar y siento que ahí ya mi trabajo como director se desdibuja.

  • Tus películas apuntan a contar de forma distinta las historias LGBTIQ+. ¿Qué tipo de historias crees que no están siendo contadas y sobre todo la forma cómo deberían abordarse?

Yo creo que falta mostrar más de todas las realidades LGBTI, aunque alguien del heteropatriarcado te dirá que se está contando lo mismo y hay una saturación, la realidad es que yo sigo sin ver películas de hombres trans, de personas con diversidad funcional, de gente cero positiva. Hay un montón de cuestiones que todavía no vemos en el cine y si se ven, son muy minoritarias y para nicho. Eso en cuanto al qué y en cuanto al cómo, pues pienso que es un poco lo que hemos hablado; hacerlo con esas personas, escuchar, porque no se trata de lo que uno se está inventando, sino de identificar los errores y los clichés, porque sino lo volvemos una cosa de Hollywood, de yo me invento una cosa y vendo toda una fantasía, algo impostado.

  • ¿Con este díptico, cierras las historias con ésta comunidad, o el nuevo documental del que nos hablaste también es con ellas?

Lo nuevo, de lo que poco puedo contar porque ya la tengo firmada, es una historia familiar y personal, algo que nunca he hecho, así que es un reto para mí. No sé que haré en el futuro. Lo que me parece importante es no hacer un cine complaciente. Me gusta eso de provocar, del debate, de situar al espectador en un lugar complejo para hacerle pensar.

  • Para terminar, ¿qué ha sido de tú relación con todas las protagonsitas de ambas películas?

Ahí hay todo un tema. Un actor profesional entendiende muy bien que ha hecho esto por motivación personal, pero sabe que hay una relación contractual, que se termina la película y hay que seguir. Con los intérpretes naturales, que se interpretan a sí mismos, la vida les da un vuelco, entonces ahí hay toda una cuestión de protección y ética que a mí me corresponde y luego también hay una sensación de abandono que es inevitable. Yo soy amigo de todas, hacemos encuentros cada tanto y trato de estar en contacto con ellas. pero al final,  yo creo que esto es algo en lo que los cineastas debemos reflexionar; qué pasa cuando un proyecto de este tipo se termina y todo queda en la pantalla, pero tenemos otros proyectos y tantas cuestiones con el tiempo que yo, por ejemplo, no he aprendido todavía a manejar.

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