Ene 24 2014 00:23

Reseña de Dallas Buyers Club, la lucha de un hombre con la industria farmacéutica

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

El título de la película hace referencia a los clubs privados de pacientes que sienten la necesidad de probar terapias alternativas para sus delicadas enfermedades. Por eso en algunas partes este film se le conoce bajo el título de “El Club de los desahuciados”.

Quien primero conoce de este otro mundo, donde pacientes contagiados por el VIH buscaban alivio a su enfermedad, fue Craig Borten, el guionista de la película, cuando leyó de esta historia en 1992 (los hechos ocurrieron hacia 1985).

Borten lee sobre un paciente con SIDA que tiene un mercado negro donde ofrece medicamentos que la FDA no había aprobado y además receta terapias de desintoxicación propuestas por chamanes o médicos que, probando otros tratamientos, terminaron expulsados de la comunidad médica. Borten visita al paciente, Ron Woodroof, durante tres días, justo un mes antes de morir.

La historia que el mismo Woodroof le contó – 25 horas de grabación – fue la base para el guión de Dallas Buyers Club. Además visitó uno de esos clubs privados de compradores de medicamentos ilegales, habló con pacientes y se documentó sobre el tema del VIH.

Desde el mismo año inició su proceso de escritura y los primeros intentos por llevarla al cine. Más de 100 veces fue rechazada y un número también elevado de reescrituras del guión. Brad Pitt fue uno de los que la tuvo en sus manos. En 2009 finalmente se daría vía libre al proyecto cuando el escritor se junta con el director de cine de corte semindependiente Jean-Marc Vallée (Crazy, La Joven Victoria). Pasaron más de 20 años para dar inicio a su rodaje que se realizó tan solo en 25 días, usando una sola cámara y luz natural.

Los actores principales, Matthew McConaughey y Jared Letto debieron dar su máximo potencial y concentración, pues no se tenía todas las condiciones técnicas para detener el rodaje constantemente.

La transformación física de McConaughey como Woodroof salta a la vista. Ya por la mayoría es sabido que perdió 20 kilos, siguiendo una dieta estricta que lo dejaba exhausto e irritable. Ese esfuerzo límite al que llevó su cuerpo, le dio la naturalidad demoledora de su interpretación de un electricista texano, alcohólico, drogadicto y amante al sexo, que descubre un día que ha contraído el VIH y le queda poco tiempo de vida.

Es evidente el minimalismo con el que se hizo la producción, pero es esa misma condición la que le da fuerza a esta historia de un hombre que no acepta el proceso de morir y para ello se dispone hacer lo que sea necesario para alagar su existencia. Woodroof se documenta de la enfermedad y se entera que detrás de la salud, hay también un negocio de por medio que mueve grandes sumas de dinero y donde los pacientes son los sacrificados.

Él se convierte en un activista y un traficante de medicamentos ilegales que no solo le ayudan a alargar su vida más de lo pronosticado por los médicos, sino que le ayuda a una lista cada vez más creciente de diagnosticados con el virus, la mayoría de ellos de la comunidad gay. Así conoce a Rayon (Jared Letto), un transgénero también positivo y que termina secundándolo en su negocio.

No solo es el tema del VIH el que hace complejo a este personaje; está también un marcado racismo y homofobia, más su costumbre machista al haber crecido en Texas, la tierra de los campesinos y petroleros. McConaughey magistralmente nos muestra la rudeza de este hombre y cómo la enfermedad termina por romperle su coraza, transformándolo finalmente. Jared Leto también vivió su reto para encarnar un transgénero de forma impresionante. Su presencia en la película es el punto de quiebre de la historia, el drama y la emotividad. Extraordinaria interpretaciones la de ambos.

Dallas Buyers Club es un film de personajes, es de ellos y su batalla de la que se habla, por lo tanto es un film que muestra un proceso, un viaje de emociones, pero también hay una crítica al lucrativo y oscuro negocio de las industrias farmacéuticas.

Las historias tienen una temporalidad (hay que saber no solo el cómo se cuenta, sino también el momento), pero a pesar de haber pasado 20 años, es un hecho lo suficientemente inédito como para dejarlo de mostrar.

El punto negro de la película es Jennifer Garner, la cuota femenina de esta historia. Si bien su papel claramente es de liberar la carga de tensión y drama del film, su interpretación es muy limitada. Garner no logra salirse de la imagen de una mujer con una cara preciosa y angelical que sirve solo en las comedias. Su registro es el mismo y queda aún peor con las soberbias interpretaciones de sus protagonistas.

La polémica

La etiqueta de “basada en hechos reales” que se ha impuesto en Hollywood como gancho de mercadeo más que otra cosa, sigue causando polémica justamente por las imprecisiones en las que incurren estas producciones.

En la película, Woodroof es presentado como un hombre homofóbico y racista, pero su ex-esposa y amigos cercanos en Dallas se refieren a él como un bisexual declarado.

Para los que lo conocieron, pero no fueron tan cercanos, aseguraron también que, aunque desconocían su inclinación sexual, sí sabían que tenía muchos amigos y seguidores de la comunidad gay. De hecho, era miembro de la Alianza Gay de Dallas, según un ex-presidente de dicho asociación.

Volvemos al mismo tema; más allá de la necesidad de darle intención, movimiento y giros dramáticos a una historia real para que funcione cinematográficamente hablando, no debería modificarse ni la personalidad de un personaje, ni lo hechos trascendentales de una historia real y que son los que terminan por inspirar una película. La forma en estos casos, también es importante como el fondo.

Dallas Buyers Club ha sido la cuarta película más nominada en los Oscar 2014, figurando en seis categorías (película, actor ppal, actor reparto, guión original, montaje, maquillaje). Desde hoy en la cartelera de Colombia.

Ficha Técnica