Reseña de El juicio de los 7 de Chicago de Aaron Sorkin. El mundo fue y será una porquería




 

Por Daniel Andrés Ruiz Sierra (@Tato Ruiz)

Está ocurriendo. La gente de la izquierda, o la que jura que es de izquierda o progresista, o de centro izquierda, está enfrentada con otros del mismo espectro político. Y ahí está la asquerosa derecha salivando, viendo cómo le facilitan el ascenso. Y no es nada nuevo. Probablemente lo estemos asimilando más. Evidenciándolo más. Todo es una absoluta porquería. Y es una de las tantas lecturas reflexivas y comparativas que estimula lo más reciente de Aaron Sorkin, The trial of the Chicago 7, que tiene un pie en los años 60 y otro en la actualidad, y que se alza con 6 nominaciones en los atrasadísimos Premios Oscar, ceremonia que este año se celebrará a finales de abril.

La recreación de El juicio de los 7 de Chicago (originalmente 8) nunca ha tenido tanto eco como ahora. Supongo que se da por una mezcla del clima político y social en el que estamos inmersos, porque viene de la mano de Aaron Sorkin y porque está en Netflix. Esta nueva adaptación del juicio es la segunda incursión de Sorkin como director, un proyecto que incluso se fraguó en 2007 para ser dirigido por Steven Spielberg, pero sigue siendo muy actual, y viene interpretado por un casting de esos que descrestan y gusta al gran público.

The trial of the Chicago 7 inicia dándonos contexto. Lo hace con la imagen del presidente Lyndon B. Johnson, afirmando que ha despachado hacia Vietnam hombres que reforzarán el poder en medio de la guerra, mientras un grupo de hombres juega al concurso de las balotas para llamar a las futuras víctimas de esa guerra. Un valioso material de archivo que se mezcla con otros que incluyen los asesinatos a Robert F. Kennedy y Martin Luther King, el desembarco en Vietnam y el agitado clima social, para pasar finalmente a la recreación del momento, y que evidenciará el descontento de toda una generación.

La película narra uno de los juicios más famosos y largos en los Estados Unidos y que fue la respuesta a una serie de enfrentamientos violentos en Chicago, que, a su vez, fue una vergonzosa reacción policial a una serie de marchas y protestas pacíficas contra la guerra de Vietnam, y la forma en que el gobierno alentaba esa injustificada matazón. Todo ocurría en medio de la Convención Nacional del Partido Demócrata, y en la que presentaban al candidato Hubert Humphrey, que luego perdería al enfrentarse al miserable de Nixon. Y aunque en un principio la administración demócrata decidió no juzgar a nadie por los disturbios, no fue sino hasta que Nixon estuvo en el poder, y como buen republicano, quiso dar un escarmiento moral.

A pesar de que es bastante complejo y espinoso lo que rodea el argumento de su nueva creación, Aaron Sorkin decide presentárnoslo con un tono “más amable”. Los primeros minutos se presentan con una musicalización entusiasta y de un ritmo acelerado. Todo lo que cuenta es atroz, evidencia investigación profunda, pero él buscará llegar al gran público a través de unos detalles que se sienten simpáticos y bastante amenos. Y esto lo aterriza a la presentación de sus arquetípicos protagonistas. Están los académicos y formales Rennie Davis (Alex Sharp) y Tom Hayden (Eddie Redmayne), los cómicos fanáticos de la marihuana, anarquistas y líderes de Yippies (Youth International Party) Jerry Rubin (Kendall Roy) y Abbie Huffman (Sacha Baron Coen), el muy pacífico padre de familia David Dellinger (John Carroll Lynch) Lee Weiner (Noah Robbins) John Froines (Daniel Flaherty) y el activista político y cofundador de las Panteras Negras Bobby Seale (Ahya Abdul-Mateen II), este último intentando desligarse de los demás, porque su causa de lucha no tiene absolutamente nada que ver con las del resto, y la que despertaría todo tipo de críticas y revisiones culturales  – Woody Allen parodió la situación en su excelente Bananas y Graham Nash se refirió a ello en Chicago, en su bellísimo álbum Song for begginers -. La manera en la que Sorkin los presenta es bastante ahorrativa desde la narrativa, incluyendo diálogos con cierto sentido del humor y cortes de edición ágiles.

La presentación de sus estelares intérpretes no para. Aparecen también Joseph Gordon-Levitt como el fiscal Schultz, Mark Rylance como el abogado defensor y finalmente Frank Langella, como un auténtico juez muy hijo de puta, personaje que evidencia lo podrido del sistema político, y que finalmente cobra protagonismo ante lo fragmentado que está el grupo que es juzgado, una situación que Aaron Sorkin aprovecha no solo para crear un amplio abanico de personajes atractivos y una serie de conflictos entre ellos y las ideas que defienden, también para poner el acento en lo inverosímil de la situación y lo extravagante que resulta este juicio político en medio de la lección moral que juega a dar la administración de Nixon. También es sobresaliente la aparición de Michael Keaton, que precisamente aparece para dar un giro sorprendente a la situación en medio del juicio.

Este drama judicial logra sostenerse a través de diálogos con chispa, muy buenas interpretaciones y un material de archivo que da contexto a toda la situación, pero lo que más despierta interés, es precisamente la forma en que una situación de hace más de 50 años, con sus lecciones de totalitarismo, logran reflejarse en nuestro presente. La película se estrenó semanas antes de que el King Kong anaranjado abandonara su cargo como presidente, en medio de una constante zozobra y violaciones de los derechos humanos y que no se limitaban solo a los Estados Unidos. Decía Sorkin en una entrevista que si se le bajara el color a la televisión en la que veía coberturas de CNN sobre las protestas y los hechos de violencia en 2020, era exactamente igual a lo que ocurría en 1968.

Y puede que su poca novedosa propuesta de dirección y fotografía, la representación amable de los hechos, esos personajes arquetípicos y a veces con tanta falta de matiz, The trial of the Chicago 7 se vea como una película bastante común y similar a otras de su género. Pero es su crítica o su acción reivindicativa lo que la hace tan merecedora de protagonismo. Eso, y claro, su impecable guion, al que sin duda le darán el premio como Mejor Guion en los premios Oscar. Aunque demasiado “Antitrumpista”, demasiado “políticamente correcta” y con un final que, creo, se aleja de la realidad, pero que evidentemente está hecho para emocionar de más a una gran parte del público, vale muchísimo la pena verla. Así sea por “ponerse al día con las nominadas” – aunque ojalá no sea realmente por esto último. 

Esta reseña hace parte del Especial Temporada de Premios 2021. Clic aquí para ver más nominadas.

Ficha Técnica 

  • Dirección: Aaron Sorkin
  • Guion: Aaron Sorkin
  • Duración: 130 minutos
  • Género: Drama, thriller político
  • Reparto: Yahya Abdul-Mateen II, Sacha Baron Cohen, Daniel Flaherty, Joseph Gordon-Levitt, Michael Keaton, Frank Langella, John Carroll Lynch, Eddie Redmayne, Noah Robbins, MarkRylance, Alex Sharp, Jeremy Strong
  • Música: Daniel Pemberton
  • Cinematografía: Phedon Papamichael
  • Montaje: Alan Baumgarten
  • País: Estados Unidos
  • Año: 2020

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