Estrella del Sur, cine colombiano – Reseña


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


La realidad es muchas veces tan increíble de creer que se confunde con la ficción, pero también la ficción está, a veces, tan permeada por una realidad en particular que se puede pasar esa historia como cierta. Este último caso es el de ESTRELLA DEL SUR, próximo gran estreno del cine colombiano.

La esencia del cine como medio artístico y de expresión es, entre otras, la de reflejar realidades, y aunque la mayoría se incomode con eso, es lo que en últimas revitaliza y termina por consolidar la industria del cine nacional. Por desgracia somos un país en donde la violencia, el conflicto armado y el narcotráfico han dejado huellas profundas en la sociedad, por lo que son muchas las realidades crudas, dolorosas y sufridas que tenemos y por tanto hay muchas historias que faltan por contarse.

Lo paradójico de esto es que mientras que la mayoría de espectadores rechazan estas historias, lo que ha hecho el cine del país (como también se hace en otras latitudes) es utilizar los entornos difíciles para reivindicar la fuerza y la capacidad de amar y superarse de la naturaleza humana. Ese ejercicio de retrospección es necesario y vital para el cine nacional, es de hecho hermoso. Lo que ha ocurrido aquí es que el colectivo le cuesta mirarse así mismo y lo que es peor aún, identificarse con esa realidad o al menos con algunos de los personajes de determinada historia. Un país que olvida, necesita de este tipo de obras, así sean ficción, y necesita la controversia y por tanto la reflexión.

Una forma de acercar al espectador a visionar una realidad que aunque cercana seguramente desconoce por completo, es a través de historias que nacen de la mente de un creador que se inspira en vivencias reales para dar origen a algo creíble pero nuevo. Algo así sucedió con Gabriel González Rodríguez, el joven realizador y guionista de este largometraje, quien después de participar en un proyecto de investigación de la Universidad Nacional vivió de primera mano la realidad del Barrio Estrella del Sur en la ciudad de Bogotá.

Dictó clases (creo que aún lo hace) a adolescentes en un colegio de la zona y fue ahí donde descubrió historias asombrosas, más allá del certero ambiente rudo. Su película sigue a varios compañeros de clases que acuden al colegio por mero cumplido. Tienen de puertas para afuera tantos problemas y tantas presiones que estudiar es lo menos importante. La historia les cambia cuando llega una profesora, que ajena a ese micromundo, les plantea otras formas de ver la vida, de escapar, de solucionar sus conflictos.

Estrella del Sur es una historia planteada con mucha sencillez cuya fuerza se ampara en los personajes y si bien el director pudo usar actores naturales para bañar la historia con más verosimilitud, supo entender que al ser una película de personajes debía ser riguroso en la búsqueda de ese reparto. Excepto un par de actores, entre ellos la conocida actriz Julieth Restrepo, son todos artistas muy jóvenes y desconocidos, sin decir con esto que no tengan experiencia. Son de hecho actores con formación en teatro y esa es la razón para que hagan tremendas interpretaciones en esta película. Tanto así que espero seguir viendo a varios de ellos. Siendo Julieth Restrepo una buena actriz, su personaje no me causó tanta empatía, entre otras cosas por una falta de fuerza que no alcanza a descifrarse si es por ella o porque así es su papel, que raya un poco en lo inmaduro, además de una especie de amorío poco convincente.

Salvo esto,  hay un buen trabajo de la dirección de actores, logrando meter a estos personajes en la piel de lo que sería un adolescente inmerso en un barrio conflictivo, donde a diario deben lidiar con las invitaciones a formar parte de este o aquel grupo de milicia urbana, o esquivar los problemas para no figurar en la lista de la limpieza social. El reparto de jóvenes novatos, sin duda, se destaca.

Insisto, es una película de personajes, personajes atrapados, ahogados desde temprana edad por las circunstancias de su entorno. Es en esto donde encuentra universalidad Estrella del Sur. Espacios que someten a niños y jóvenes a situaciones demasiado complejas, no solo pueden pasar aquí o en Finlandia, sino también en Francia como lo pudimos ver en la película “La Clase”, con la que este film comparte semejanzas.

Pero “La Clase” no es la única que se toma como referencia en esta obra honesta de González, verla nos recuerda otro trabajo colombiano sobre otra zona marginal llamada El Paraíso, en el también buen largometraje “Silencio en el paraíso” (Reseña aquí) de Colbert García. Y aún más, Estrella del Sur también comparte la simpleza que hizo de “Karen Llora en Bus” (Reseña aquí) una interesante propuesta citadina más allá de su pobreza técnica. Cito todas estas películas nacionales porque guardan cierta relación con Estrella del Sur, son casos recientes y buenos ejemplos sobre el buen tratamiento que se le puede dar a este tipo de películas urbanas, sociales y de adolescentes.

Estrella del Sur es una película cuidada en general en los aspectos técnicos, la cámara registra casi como se hace en el documental, con cámara al hombro en tomas nerviosas (cuando percibes que la cámara se agita), que pretenden incrementar en el espectador esa sensación de tensión que enfrentan los personajes.

Si algo hay que mencionar es que esta película tiene crudeza y la violencia se mantiene en niveles altos de tensión, porque es la forma que encuentra este director para que podamos entender el mundo y las ambigüedades de sus protagonistas. No obstante, astutamente no utiliza la violencia como fuente para atrapar al público, para incluso vender carteles o generar un sensacionalismo barato, que es el que sí ha agotado al consumidor colombiano. La violencia aquí no es explícita y eso eleva su nivel, además de tratarse de un largometraje pausado, sin caer exactamente en la contemplación, sino que más bien midió el tiempo y el espacio justo para cada escena.

Gabriel González, que por cierto tiene un gracioso y sutil cameo (pequeña participación), ha hecho una película que al igual que como lo hiciera Luis Alberto Restrepo con “La Pasión de Gabriel”, ratifica que sí podemos abordar temas que para el sentir del espectador son comunes y “reiterativos”, pero con tratamientos adecuados, con un guión consistente, que se note genuino.

Si se espera a los créditos finales verá la lista tan inmensamente larga de personal que participó en esta película y esto ocurre porque el director quiso otorgarle el crédito hasta el mínimo personaje que participó en ella. Un gesto que ratifica la honestidad y sencillez de este director y un gran detalle para con quienes estuvieron, de una u otra forma, presentes.

Vayan a verla a partir del viernes 3 de Mayo. Es una película pequeña, respetuosa, sutil y bien realizada que te emociona, te golpea y que tiene sus momentos. ¡Que bello final (inmensamente simbólico) tiene!

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