Feb 19 2013 15:43

Los Miserables de Tom Hooper – Reseña

	Por Sandra M Ríos U
	Twitter: @sandritamrios

“Ahora tenemos un rey que no es diferente al predecesor”
“Miren hacia abajo y vean los pobres de la tierra”

Por supuesto más apegada al exitoso musical, se estrenó en las carteleras del país, Los Miserables, la imprescindible obra de la literatura de Victor Hugo que llega a las salas en un momento histórico y político bastante conveniente.

En tiempos de guerra latente, en tiempos de incertidumbre económica, la historia de Los Miserables cobra fuerza propia reflejando esa condición humana de aferrarse a la esperanza como salida espiritual para seguir viviendo en un mundo lleno de acciones que pesan en la conciencia del colectivo.

El Sitio Oficial: http://www.lesmiserablesfilm.com/splashpage/

Es que en medio de la grandiosa música de cada acto existe un poderoso mensaje moral muy emotivo pero ante todo cristiano que el cineasta Tom Hooper se encarga de acentuar en los momentos determinantes de esta historia.

Jean Valjean es un hombre, de ayer o de hoy, a quien la vida lo ha puesto a prueba tan duramente que de él ya queda muy poco corazón. Acusado de robar pan en una panadería, paga su error con 19 años de prisión por intentar escapar de la justicia. Tan larga estadía no es la única pérdida que ha tenido, sus padres murieron cuando era aún pequeño, por lo que ahora despojado de todo, señalizado como expresidiario, sigue estando en el ojo de una sociedad que termina por sepultarlo.

En medio de ese sinrazón de vivir, en esa desesperanza, a su salida aparece un hombre, un obispo que le ofrece la primera ayuda incondicional, muestra de que a pesar de las injusticias, de la falta de oportunidades, de la concentración de riqueza, existe la bondad divina y gente buena dispuesta a tenderle una mano.

A partir de ahí inicia el proceso de transformación de un hombre que enciende, sin imaginarlo, la chispa de cambio de todo un pueblo. Es increíble como el musical, en el que se basa la película, viaja entre la sensación de nostalgia que cala en los huesos hasta del espectador (un deseo de llorar irresistible, una melancolía incómoda e inexplicable) y la necesidad de despertarse, de aunar esfuerzos (los buenos) para combatir esa fuerza oculta (por ahí podrán ver en una escena el famoso “ojo que todo lo ve”) que oprime al pueblo.

Jean Valjean representa al hombre y mucho más representa la figura que del cristianismo se espera de él. Un humano que ante sus errores y los errores de los demás, no pierde la fe en un ser superior, no pierde la confianza en un ser omnipresente que está ahí observando los actos y teniendo piedad con quien no ha tenido justicia. Un hombre del que se espera no entre a juzgar ni castigar a los demás sino que esté en servicio de su prójimo.

Los miserables es un filme de patriotismo, pero no de ese político que a fuerza impone un nombre (como ocurre en Lincoln), sino en su sentido más puro al evocar esa necesidad de estar ligado a nuestro entorno, al compromiso de ayuda mutua. Es también un llamado a la revolución (así como lo han hecho otras películas recientes como The Dark Knight Rises), pero igualmente en una percepción más pura, más ligada a la moral, a esa necesidad de recuperar valores y apegarse a la espiritualidad (sí, a una creencia de fe).

Los Miserables está plagado de seres vulnerables. De seres humanos cuyas conductas son reprochables e incluso despreciables, miserables, pero es con ellos con quienes mejor se ejemplifica las miserias de la vida. La película se ambienta en un momento importante en Francia, durante la Revolución de Junio de 1.830, pero su vitalidad, su universalidad y atemporalidad la mantienen aún vigente.

Tom Hooper hace un puesta en escena maravillosa, recreando con certeza ese momento histórico y valiéndose de las enormes habilidades de su reparto para transmitir ese inconformismo, esa pestilencia y desigualdad de la época. Son más de dos horas y media absolutamente cantadas (52 piezas musicales en total). Cantadas en tiempo real por los actores, quienes con una especie de apuntador en el oído iban escuchando el piano que los guiaba en la melodía. Una apuesta asombrosa que no se había visto en el cine y le da mucho más realismo a las interpretaciones.

Brillante el papel de Hugh Jackman como el de de Anne Hathaway cuya corta pero contundente aparición le merecen todos los aplausos. Conmovedora hasta el punto de las lágrimas su papel de una mujer que se sacrifica por su pequeña hija, Cosette. Un acto individual y heróico que trasmite otro poderoso mensaje acerca de no quedarse a la espera de un héroe sino actuar como si se fuese uno. Es esa suma individual de actos piadosos lo que mejoran una sociedad. De eso, por descabellado que parezca, ya han hecho referencia blockbusters como Los Vengadores y Iron Man.

Se destacan igualmente Russell Crowe como el ambiguo inspector Javert y Amanda Seyfried como Cosette ya adulta. Seyfried de comprobadas habilidades para los musicales (Mamma Mía!)

Mágica, bonita, cautivadora, emotiva y reconciliadora. De fe y esperanza es esta grandiosa y arriesgada apuesta que realizó Tom Hooper después de su memorable película El Discurso del Rey. Aunque debo reconocer que su aferrada estructura al musical para teatro resulta pesada para el espectador al igual que su largo, largo metraje.

Nominaciones en el Oscar