Reseña El olvido que seremos de Fernando Trueba – Ni tan emotiva, ni tan desgarradora


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


Como parte del cuadro de películas con la que el exhibidor Cine Colombia dio inicio a su reapertura tras 14 meses de puertas cerradas, finalmente se estrenó en el país El olvido que seremos, la adaptación dirigida por el español Fernando Trueba que terminó ganándose el reconocimiento a Mejor Película Iberoamericana de los Premios Goya 2021, siendo el primero para la cinematografía nacional.

Más allá de cuán fiel es a la obra original – una discusión siempre inerte – es una película que le apuesta al cine con valores y eso da ya una amplia idea acerca de qué esperar de ella.

Fue David Trueba, hermano del cineasta, quien adaptó la exitosa novela homónima de Héctor Abad Faciolince y que con profundo sentimiento escribió en homenaje a su padre. Él, único hijo hombre de una familia numerosa compuesta por otras cinco hermanas, es quien nos acerca desde su mirada y recuerdos, aún siendo un niño, a la historia de este hombre, Héctor Abad Gómez, padre de familia, amoroso, responsable y comprometido con la salud y las causas sociales, todo en medio de la convulsionada década de los ochenta en Colombia que lo convirtió en un objetivo para fuerzas oscuras.

No era nada fácil adaptar la obra original y David resuelve muy bien los recuerdos fragmentados del libro segmentando la historia marcadamente entre los luminosos recuerdos de infancia de un hijo que veneraba a su padre y su adultez en momentos en que regresa al país desde Italia para acudir a un evento en honor a él y lo acompaña hasta el fatídico asesinato. Asimismo, la decisión formal de Fernando de invertir la convención regular del uso del color para hacer que ese pasado fuera colorido y el presente, por el contrario, se quedara oscuro, en un anticipativo y lacerante blanco y negro, reforzando con esto el estado emocional de sus protagonistas frente a la tragedia que deberán afrontar.

Pero también hay otra serie de decisiones que no le favorecen en nada. El tono de la película se mantiene muy formal y su ritmo pesa gran parte del tiempo. Las escenas se alargan más de lo necesario, se vuelven contemplativas y llegan a un punto donde la cotidianidad de esta familia se siente no evolucionar, dejando el pensar que a ratos habría funcionado mejor como una miniserie. El guion igual tiene sus limitaciones porque la intención clara parece haber sido el de mantenerse en el cine con valores y evita a toda costa el transgredir y polemizar con asuntos políticos, que de haberse abordado  aunque fuera levemente, habría dado algo más de intensidad a este retrato. 

Así entonces, lo que vemos es una película absolutamente blanca, adorable, nostálgica y emotiva que resalta aspectos como el amor de familia, la unidad, la importancia de una figura de autoridad que desde el amor inculcó respeto por la vida y por los demás. Un héroe de esos de carne y hueso y con una innata convicción de ayuda cuya muerte, el momento más conmovedor y mejor logrado de toda la película, refleja en pleno la injusticia cometida. De esa escena (que ocurre ya muy avanzado el largometraje) se generan esas reflexiones en torno a la violencia perpetua que padecemos, del sentir que ese lejano ayer, sigue siendo tristemente nuestro hoy. 

Trueba ha dirigido esta película con un evidente respeto, cuidando cada escena, controlando cada detalle. Su estilo y puesta en escena sin duda recordarán a los clásicos italianos. Cuando se acerca a la realidad violenta y desfavorecida de Medellín, evoca al cine de Víctor Gaviria, admirado por el director.  Las actuaciones especialmente de Javier Cámara, Juan Pablo Urrego, Patricia Tamaño y el jovencito Nicolás Reyes Cano logran sostener la historia incluso en algunos de sus momentos más tediosos.

Pasa en ocasiones con algunas películas que tienen una dirección correcta, que su intención está bien encaminada, pero le queda faltando algo de alma. En este caso quizá sea lo apegado que se puede estar a la obra original y la destacada reconstrucción de la vida y obra de su abuelo dirigida por Daniela Abad y Miguel Salázar (Carta a una sombra) las causantes en algo de esa sensación. El olvido que seremos no resultó siendo ni tan emotiva ni tan desgarradora como podría haberlo esperado.

* Esta reseña hace parte del Especial sobre las Nominadas a los Premios Platino del Cine Iberoamericano 2021

Nominaciones: 11

  • Mejor Película Iberoamericana de Ficción
  • Premio Platino al Cine y Educación en Valores
  • Mejor Dirección
  • Mejor Guion
  • Mejor Música Original
  • Mejor Interpretación Masculina
  • Mejor Interpretación Femenina de Reparto
  • Mejor Dirección de Arte
  • Mejor Dirección de Fotografía
  • Mejor Dirección de Sonido
  • Mejor Dirección de Montaje

Ficha Técnica 

  • Dirección: Fernando Trueba
  • Guion: David Trueba
  • Género: Drama
  • Duración: 136 minutos
  • Reparto: Javier Cámara, Juan Pablo Urrego, Nicolás Reyes Cano, Patricia Tamayo, María Teresa Barreto, Laura Londoño, Elizabeth Minotta, Kami Zea, Luciana Echeverry, Camila Zárate, Whit Stillman
  • Música: Zbignew Preisner
  • Montaje: Marta Velasco
  • Cinematografía: Sergio Iván Castaño
  • País: Colombia
  • Año: 2020

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