Entrevista a Carmiña Martínez, la actriz detrás de la Corleone en Pájaros de Verano


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


 “Sin aprender toca desaprender, es decir, depurar completamente y limpiar. En el cine yo siento que lo que funciona es la pureza” 

 

Úrsula Pushaina es un personaje esencial en la nueva película de Cristina Gallego y Ciro Guerra Pájaros de Verano (leer la reseña). De su fuerza, poder y determinación salen las decisiones más trascendentales en esta historia que nos lleva desde el cine de género a los orígenes del narcotráfico en época de la Bonanza Marimbera que empañó a la cultura wayuu.

Este papel es interpretado por la dramaturga Carmiña Martínez, actriz guajira con más de 30 años de experiencia en la tablas y de orígenes wayuu, con quien conversamos después de su llegada del Festival de Cannes y de haber visto la película ya en tres oportunidades.

  • En Cannes al final de la exhibición dijiste que este era el papel que estabas esperando hace 33 años.

Sí, cuando sales de tu tierra, sale uno con una maleta pequeña pero llena de sueños. Salí a estudiar teatro, me demoré un poco porque primero le prometí a mi madre estudiar ciencias sociales. Lo hice, me gradué y le mandé el diploma y ahí sí estudié arte dramático en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Entonces cuando te vienes ya piensas en el deseo de volver a la tierra, a mis raíces, a mi origen, con el sueño profundo de representar un personaje 100% guajiro, 100% wayuu.

  • ¿Qué la enamoró de Úrsula Pushaina?

Sobre todo de lo que viene acompañado, la complejidad de ese personaje. No es un personaje simple, de esos que dices, pasa el tinto, se ríe y luego desaparece. Este es un personaje muy complejo en la extensión de la palabra. Úrsula es de esos personajes preferidos por los actores, el que uno quiere tener por su calibre.

  • Úrsula es un personaje complejo por estar lleno de matices. ¿Qué es lo más bonito de él?

Definitivamente Úrsula está cargada de matices. Lo hermoso de él es que se maneja en distintas aguas, que pasa de la cotidianidad de estar en la cocina, de servir un tinto y de compartir con las otras mujeres, a estar en el lugar donde los hombres discuten y toman decisiones fuertes. Esto es lo más lindo de este personaje. He visto ya tres veces la película y cuando salgo no sé si llorar o si reír, porque verla tan tranquila y a la vez tan sagaz es tremendo. Verla en momentos en que le pide a uno de sus personajes que debe matar es algo muy fuerte, pero también luego verla tan dulce y maternal. En otro momento la ves destrozada, como humillada y delante del enemigo recibiendo a su nieto. En la forma como lo hace es una tragedia total, pero entonces Úrsula tiene un estatus y debe controlar sus emociones. Es un personaje lleno de dolor controlado, que tiene un gran abanico de emociones.

  • ¿Cómo hiciste entonces para manejar este personaje tan cambiante emocionalmente?

Tomé vivencias personales, familiares y de la comunidad. Las historias de dolores que se han vivido y de enfrentamientos son los que van calando a lo largo de toda tu vida y cuando llegan estos personajes los tomas y los vas sacando, pero de una manera genuina y verosímil. En la Guajira, y en Colombia en general, se viven tantos dolores que uno ya sabe cómo manejarlos, vivirlos y expresarlos. El ser mamá, tía, abuela, y todas las posibilidades que tiene la mujer me sirvieron. La mujer es la vida, es el origen, la tierra, el verdor, la planta y el agua.

  • ¿En qué momento te llega el guion y cómo fue el proceso de negociación con Cristina y Ciro?

El primer encuentro fue aquí en casa de Cristina. Ambos me dijeron que era un personaje que estaba a lo largo de la historia y que ellos, sin querer imitarlo, ven que puedo influenciarme con “El Padrino”. También me dijeron que pensara en “Sully” y el personaje de Tom Hanks que es el eje de esa historia, un personaje que va en un avión que cae al Hudson y por lo tanto debe tomar decisiones inmediatas. Él tiene la frialdad pero también la sensibilidad para saber que tiene no se cuántas vidas en sus hombros. Esos dos referentes fueron muy importantes a nivel de cine, porque son la carga de dos hombres muy, muy fuertes. Marlon Brando es mucho más visceral que Hanks, pero ambos asumen sus roles y películas de forma muy especial.

  • ¿Qué tanta libertad tuviste para ir moldeando a Úrsula?

Ciro y Cristina me dieron toda la libertad. Nunca me dijeron, por ejemplo, que yo sería Brandon o Hanks. Me dijeron que tenía que ser Carmiña, que es una mujer wayuu que le va a dar vida a Úrsula y así empezó todo.

  • ¿Qué fue lo que más te costó de este personaje?

Al principio me dieron el guion, lo leí y yo lo llevé a La Guajira ya aprendido, pero estando allá de pronto me dicen que el guion va a ser totalmente en wayuunaiki y eso me descolocó. Me pusieron un profesor de la producción y no lograba tener los textos. Mi familia me puso otra profesora y seguía bloqueaba. Me acostaba a las tres o cuatro de la mañana tratando de grabarlos y nada funcionaba. Faltando dos semanas hablé con Cristina y le dije lo que me pasaba, lo preocupada que estaba. Ella con toda la tranquilidad me dijo que no me preocupara, que recordara que no estaba en el teatro y que no tenía que llegar con todas las escenas aprendidas. Me preguntó cuántas escenas me sabía, yo le dije que diez, y ella me contestó que era algo maravilloso, que estaba perfecto. Recuerdo cuando me dijo: “tienes tres meses de rodaje para aprendértelos”.

  • ¿Qué pasó después de eso?

Después de ese encuentro mágico para mí con Cristina, todo cambió y lo del idioma comenzó a fluir. La cabeza se me destrancó. Yo siento que una parte fue Cristina y la otra creo que fueron los ancestros que me dijeron que ahora sí estuviera tranquila y que caminarían conmigo ese sendero. Ese fue definitivamente el momento más mágico que tuve rodando la película.

  • ¿Hay alguna escena que atesoras más?

No tengo una escena especial, porque Úrsula es una mujer tan polifacética que cada momento para mí es un sentimiento tan agarrado al otro, pero a la vez tan distinto. Yo siento que en cada momento este personaje lo dio todo, si estaba contenta, en dolor profundo o en enfrentamiento lo estaba siempre de manera muy orgánica. Por eso es difícil para mí seleccionar uno. Yo más bien me quedo con toda ella, con su complejidad, con sus colores distintos y con sus miles de sentimientos.

  • ¿Cómo fue Carmiña la actriz profesional de tanta trayectoria en interacción con el reparto de no profesionales?

Entrar a trabajar con actores naturales lo nutre a uno muchísimo. Cuando estábamos en trabajo de cámara y ver la destreza de los profesionales con las dificultades de los actores naturales porque la cámara cuesta al igual que entender la marcación es una experiencia bonita y enriquecedora. Yo siento que me moví en las dos orillas, porque he hecho más teatro que cine y televisión, donde tengo más de treinta y pico de años en escena sin parar, pero acá en el cine eres tú y la cámara y sentí la misma intimidación que sentían los actores naturales. En el teatro tu proyección es mayor, tu exageras todo con el cuerpo, pero acá toca con todo tu conocimiento debes aplicar algo que yo resumo como que “sin aprender toca desaprender”, es decir, depurar completamente y limpiar. En el cine yo siento que lo que funciona es la pureza. Yo quedé asombrada de ver el talento natural de estos actores porque estaban con las antenas súper puestas. Tenían una sensibilidad increíble. Hubo momentos en que me tocaba enfrentar con fortaleza a estos personajes. Dieron el 100%, la energía en escena era una gran vitalidad y de una energía desbocada que uno como actriz con experiencia sabe aprovechar.

  • ¿Cómo manejaste esos momentos en que el actor no profesional no sabe controlarse?

Es un trabajo de preparación. Yo jugué mucho con eso y la interacción con ellos. Lo lograba con la retribución del otro. Yo realmente me metí mucho en el personaje y reaccionaba de acuerdo a lo que ellos me iban dando.

  • Fue un rodaje en condiciones ambientales extremas, ¿cómo fue la interacción con este elemento externo?

El entorno también se convierte en historia y es otro personaje de la película. El clima fue muy variable y repentino, de pronto cayeron unos terribles aguaceros que hace siglos no caían, entonces nos costó mucho. En otras escenas había tanta arena que era muy complicado porque tenías que salir y mirar a tu compañero como si no hubiera arena, a pesar de sentirla terriblemente en los ojos. Requerimos de mucha concentración para olvidar las dificultades de los elementos externos. El sol y el viento fue otra cosa muy difícil, pero cuando el clima era tan extremo había algo muy chévere que fueron los wayuu, porque ellos estaban ahí listos para lo que necesitáramos. Ellos se entregaron al rodaje y se sentían elemento esencial del proyecto. Si había viento y arena te ponían gafas, si había agua hacían jarillones, hacían diques, ponían tablas. Gracias a la habilidad de ellos se pudo seguir trabajando.

  • ¿Cuánto tiempo fue tu rodaje?

Estuve prácticamente todo el rodaje de la película, me devolví un día antes de terminar. Yo empecé hacer trabajos desde enero de 2017 y la película finalizó esa etapa a inicios de mayo.

  • ¿Sentiste mucha responsabilidad de encarnar un personaje con bases culturales tan ceñidas a la realidad y que tú también representas?

Ciro y Cristina me liberaron de esa responsabilidad porque desde el guion sentí una gran seriedad. Ellos respetaron muchísimo los ritos y la cultura, entonces me facilitaron mi labor.

  • Danos ejemplos de esos ritos y costumbres que fueron tenidos en cuenta con tanta fidelidad en la película

Ellos respetaron los elementos fundamentales de la sociedad wayuu. Puedo decirte que ves enaltecido el nacimiento, el ritual de la salida de la joven donde es fundamental bailar la chichamaya o yonna, el tema de estar listo para el entierro y el desentierro. La película en ese sentido tiene muchas capas y dimensiones. Las tradiciones están ahí. Si le haces seguimiento a Moisés, por ejemplo, ves la importancia de las parrandas, del vallenato. En esta película hay una trenza, porque tejieron todo eso con la época de la marimba de una forma poética. La película es para mí un poema en imagen. Para mí es un vallenato guajiro, de hecho, un pastor es el narrador de esta historia a través de los hayechis (los cantos wayuu). Todo está ahí y me parece maravilloso.

  • ¿Volveremos a verla en el cine pronto?

Siento que esta película no es el final, siento que es el inicio. Siento que no puede ser el punto de llegada sino el punto de partida, así que quiero pensar que pueden llegar otros personajes en el cine. Lo digo, porque en otras circunstancias, quizá no me habrían escogido a mí para este personaje. Como se dan los castings estos días, seguramente sería otra persona con otras cualidades físicas. Por eso agradezco enormemente a Ciro y Cristina que confiaron en mí para interpretar a Úrsula.

Imágenes para esta entrevista cortesía de Mateo Contreras

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