Entrevista a Patricia Ayala, directora de Un Asunto de Tierras


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios


“Yo quisiera dejar en claro que esta película no se trata sobre unos funcionarios malos y una gente buena, sino que es una historia que en términos narrativos se compara con la tragedia”.

Patricia Ayala ha estrenado en salas su documental, Un Asunto de Tierras, que no podía lanzarse en mejor momento: estamos en una fase decisiva del proceso de paz, se habla tímida y hasta irresponsablemente de posconflicto. Con este largometraje la directora hizo un seguimiento al ambicioso proyecto bandera de la era Juan Manuel Santos de la ley de Restitución de Tierras desde su génesis y durante el primer año del mismo.

Lo que ha pasado con su ejecución ha sido una serie de tropiezos documentados ampliamente por los medios de comunicación. La película llegó a las salas de cine justamente en el momento en que la Procuraduría (en el mes de julio) alertó sobre 17.000 demandas sobre este asunto que no han sido resultas y que el BID junto al Gobierno acordaran poner lupa a este proyecto (Leer reseña Un Asunto de Tierras, documental que hace seguimiento a la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras).

Esto conversamos con ella:

  • Dudé acerca de si Donca fue antes o después de Un Asunto de Tierras.

Donca fue después.  En realidad, el proyecto nació casi al mismo tiempo.

  • Es que cuando revisa uno las fechas que aportas en el segundo documental se ven muy cercanas.

Sí, estuvieron cercanísimas, de hecho, empataron una con otra. Nosotros ganamos con Donca (los incentivos del Fondo de Desarrollo Cinematográfico) en el 2010 y a mi se me ocurrió la idea de esta película en ese mismo año, que fue justamente el cambio de gobierno. Ahora, desde el momento en el que tienes la idea y en el que finalmente tienes el proyecto, puede pasar mucho tiempo. Mira a hoy cómo ya han pasado cinco años.

  • ¿Al ganar con Donca, interfirió con este proyecto?

Claro, casi que pasó a un segundo plano y Donca se convirtió en la estrella, obvio, era la primera película, entonces me concentré en ella.

  • Además Donca en realidad fue muy bien recibida.

Estuvo muy bien. Todo fluyó con ella.

  • ¿En qué momentos retomas?

En 2011, cuando aun tenía televisión – ya no tengo -, estaba canaleando y me encuentro con la noticia que la ley no se había vuelto ley y que le faltaba un debate en el Congreso.

  • ¿Qué es el acto que finalmente vemos en el documental?

Exacto. Era como si algo me dijera que aún tenía tiempo de hacer la película, así que llamé a un amigo, le expliqué lo que quería hacer y él me prestó la cámara, invité a Ricardo Restrepo (director de “Cesó la horrible noche”), que es mi cómplice en estas cosas y nos fuimos. Estuvimos como tres días, porque los debates nunca son el día que es. Te lo anuncian un día y resulta que pasan mil cosas, que no alcanzaron, etc.

  • ¿Son públicas pero al ser un rodaje para un documental les complicó el permiso o hubo restricciones?

Más o menos. Lo que hicimos fue gestionarlo por prensa. Yo lo que quería era entrar a la plenaria en la parte de abajo, pero eso fue imposible, pero mira, después dije: “menos mal que no me dejaron entrar”, porque estar arriba en las barras te da una distancia frente a estos personajes que es importante y te permite una composición en el cuadro que es muy interesante.

  • Pues gracias a ese “accidente” contemplamos una escena que causa frustración e indignación.

Claro, y risa y rabia. Lo otro es que estando arriba no estaban tan prevenidos. Ellos saben que tienen periodistas detrás, pero como en general el periodista está buscando al que está hablando y no estos detalles que muestra esta escena, entonces, ahí podemos decir que son ellos mismos. ¡Fue muy impresionante! Al verla la gente sale con una especie de ira, de indignación, y tienen toda la razón.

  • Con esta película también ganaste el FDC.

Sí, la presenté en 2011 y la gente me decía que no me lo iba a ganar porque ya lo había hecho en 2010 con Donca, pero sí lo gané. Tan pronto termino rodaje de Donca arranqué con Un Asunto de Tierras. Como ves, son dos proyectos muy pegados, pero el documental te ofrece esa posibilidad de que el rodaje y montaje puedan ir casi que unidos, como que las fases no son tan cuadriculadas.

  • Hay muchas cosas reveladoras en el documental, ¿qué fue lo más revelador para ti y lo más oscuro de esta ley de tierras o el ejercicio de seguimiento que hiciste?

A mi me pareció revelador el hecho de que al cabo del año no saliera la película que yo había pensado en un principio. Yo me imaginé una película en la que a una comunidad le devuelven sus tierras y que al regresar no tienen cómo invertir, quizás, una amenaza y al final terminarían abandonando nuevamente su tierra.

  • ¿Qué te hizo pensar que con este tema de la ley, lo que rodarías era un caso de éxito, de devolución efectiva?

Una razón muy sencilla: esta comunidad tendría una cámara detrás, además que desde un principio la Unidad de Restitución de Tierras y el Ministerio de Agricultura supieron del proyecto y desde un inicio sabían que el documental no tenía un ánimo ni propagandístico, ni institucional. Si yo soy del gobierno y sé que tengo una cámara de cine, no una cámara que va a hacer una nota de tres minutos, sino una película de 80 minutos, yo hago todo lo posible para restituirte y que finalmente el espectador diga que sí se cumple la ley.

  • Y como ya la prensa lo ha divulgado ampliamente y denunciado los organismos de control, eso no ha pasado.

Sí, eso no pasó y me sorprendí grandemente. Usando tu palabra, lo que me reveló fue que los funcionarios por más bien intencionados que sean, por más que quieran hacer bien su trabajo, están amarrados, no tienen manera.

La ley salió con vacíos.

La ley misma salió con dos perlitas, pero en términos generales es positiva.

  • Tu que hiciste el seguimiento a la ejecución de la norma, ¿los funcionarios si están preparados para hacerla cumplir?


Yo siento que sí, habrán regiones en donde definitivamente al funcionario no le quepa todo este conflicto en la cabeza y donde se asuste frente al tamaño de la tarea y no sepa cómo responder. En general, me encontré con personas de muy buen ánimo, se les nota la buena intención, incluso al principio, había una especie de optimismo, de euforia, de sensación de estar haciendo algo bueno por el país. Yo creo que la frustración no solo ha sido para las víctimas.

  • Eso que dices es importante porque define el propósito final de este documental.

Yo quisiera dejar en claro que esta película no se trata sobre unos funcionarios malos y una gente buena, sino que es una historia que en términos narrativos se compara con la tragedia. Estos no son unos personajes dramáticos, son unos personajes trágicos, porque tienen por encima de ellos una cosa; el destino, el sistema, cómo lo quisieras llamar, que envuelve todo y ellos se revelan, ahí esta su heroicidad. Son dolientes, pero se ríen, hacen chistes, aunque el destino les cae encima, así es justamente el “héroe trágico”. Así es que siento que la película se enmarca en una tragedia, donde anuncian y sabes lo que pasará.

  • ¿Hubo tensiones durante el rodaje?

Un poco la seguridad. Yo sentí tensión durante el rodaje en Montes de María, donde ocurrió el 70% de la filmación. Rodamos fácilmente 50 días a largo de un año, lo cual es mucho, y de todo ese tiempo sentí tensión dos días.

  • Cuéntanos la historia.

La primera fue en Carmen de Bolívar, que es un municipio en donde aún se siente la presión de la violencia. Es fuerte. Es una cosa que no se puede verbalizar, que tú no puedes decir que el de allá o acá te miró mal o bien, pero es algo que se siente fuertemente. La otra ocasión fue cerca a San Jacinto. La gente ponía velitas cuando nos íbamos a rodar, porque saben que Montes de María es complicado, pero en general, debo decir que estuvimos tranquilos.

  • ¿Cómo llegas a contactarte con la comunidad de Las Palmas?

Les encontré a través de los medios. Yo estaba buscando una comunidad que no se autoreconociera como víctima. No quería la víctima llorosa, dramática, quería una comunidad digna y fuerte. En algún momento leí una crónica en El Espectador, muy chévere y bien escrita que contaba la historia de estos palmeros y me llamó mucho la atención, así que los busqué. Desde el principio hubo una química muy chévere. Tuvimos varias charlas con los que están aquí en Suba, los de San Jacinto y los de Las Palmas.

  • Se estrena la película en momentos en los que el mes pasado el procurador salió a decir que hay 17000 demandas que no se han resuelto sobre el tema, al igual que el gobierno junto con el BID plantearon un acuerdo informal de poner lupa a la ley.  A mi resulta asombroso cómo la película muestra la forma tan manual en la que se ha planeado restituir las tierras. La escena del mapa con las casitas de cartón es increíble.

Claro. Es un ejercicio de memoria. Yo lo que siento es que de entrada es una ley muy ambiciosa. Se plantearon restituir 6 millones de hectáreas. De hecho, si lo notaste, es el único dato que queda en la película. La tarea es bárbara, pero hay que hacerla. Mi percepción es que cuando el gobierno ordena hacer la tarea y el Estado se pone en ejecución, abre el cuaderno y descubre que detrás de eso habían otras tareas que no se hicieron en su momento. Entonces se vuelve muy complejo; cosas como que la gente hacía transacciones sin documento, de palabra y muchas de ellas fueron fraudulentas. Notarios y funcionarios públicos participaron de ese fraude. Fueron 12 jueces al principio para esto tan grande y complejo. Eso da risa. ¿cómo esperar así que la ley funcione como una locomotora?

  • La película deja en claro eso, lo titánico de ese proyecto de Santos y lo absurdo de su ejecución.

Yo lo que siento es que el gobierno la cogió como su ley bandera durante los primeros dos años y cuando destapa el tema de la paz, que debió haberse ligado, lo olvidaron. No se pensó que la restitución de tierras es lo que le daba autoridad para hablar de paz. Te recuerdo que la mesa de negociación comenzó con el tema agrario, por ahí pasa todo nuestro conflicto. El tema paramilitar fue una campaña de despojo de tierras, así lo dijo la Fundación Arco Iris, que publicó una investigación en la que prueba que el mapa del despojo era igual al mapa del paramilitarismo.

  • Volviendo a la producción, ¿cuándo terminas el rodaje?

Finalizamos en abril de 2013. Empezamos cuando la ley se vuelve ley y le hacemos un seguimiento a la comunidad. Pero el conteo inicia cuando la señora Juana se sienta con la funcionaria a llenar sus papeles, de ahí en adelante pasan muchas cosas – y no pasa nada -, y terminamos en abril.

  • ¿Qué ha pasado con la comunidad ahora?

Nos hemos mantenido en contacto. Ellos tienen una pequeña asociación que funciona en Bogotá. La Unidad de Restitución organizó un retorno con 75 familias, de esas 70 se devolvieron, porque no puedes organizar un retorno en un pueblo donde no hay luz, agua, carretera o no entra la señal de celular. Lo mínimo era luz eléctrica, que era lo que la gente pedía. Cuando ellos salieron de sus tierras, a los ocho días les cortaron los cables. Eso evidencia lo maquinado que estuvo este asunto.

  • ¿En dónde están ellos ahora?

Después de este retorno fallido ellos, los que están en Bogotá, por ejemplo, todos trabajan en restaurantes y algunos incluso, les va muy bien. Ellos son muy unidos y solidarios. Lo de esta comunidad no es una cuestión de necesidad inmediata, sino de dignidad, sobre todo de los más mayores que quieren volver a sus tierras. Dos de los que aparecen ya se murieron.

  • ¡Qué lamentable! ¿Quiénes?
    Sí, se murieron esperando la restitución. Uno es el del canto vallenato y el otro es “Don Peyito”, un hombre de 70 años, muy alegre. El que ves en la última escena.

¿La comunidad ya vio el documental?

Sí, ya hemos organizado un par de funciones con ellos. En la última exhibición hubo lágrimas porque se había muerto uno de los personajes.

  • ¿Cuál sería la lectura ideal que debería tener un lector al ver la película?

Digamos que la intención es que pueda generar una empatía, más allá de la información, quiero que el espectador se conmueve y que, durante al menos 80 minutos, se ponga en los zapatos de esos otros que son 5 millones de personas que, además, son muy importantes para el país porque son nuestros campesinos.

  • ¿Por qué hablar de cine político? ¿Es causalidad? Donca es más sutil que esta, pero pertenece también a este género.

Creo que uno habla de lo que le agobia o lo que le atormenta, o de lo que le entusiasma o emociona. En mi caso, he empezado hablando de lo que me agobia de alguna manera. A mi me agobia el país en buen y mal sentido. De verdad, en mi productora (Pathos Audiovisual) no lo planeamos así, nunca nos dijimos que íbamos a dedicarnos al cine político y hablar del país profundo y complejo que somos. Tanto mis dos largos como el corto de Ricardo “Cesó la horrible noche”, hablamos del país desde lugares distintos y con miradas propias. Son puestas cinematográficas. Yo necesitaba hablarlo, necesitaba abordarlo y en este tema en particular siento que había una responsabilidad extra justo en este momento.

  • ¿Qué proyectos siguen?

Bueno, tenemos dos proyectos en desarrollo, uno de Ricardo Restrepo que se llama “En el corazón de la medusa”, que ya ha ido a unos encuentros; estuvo en “Encuentros Cartagena”, ganó un par de premios. Es un documental político. El otro, que es mio, es un proyecto sobre los territorios tomados, exactamente en Tumaco. Mira que nació como documental, pero en estos momentos estoy pensando en que sea un híbrido.

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