“Oppenheimer”: El poder destructivo y la responsabilidad del genio científico en la visión audaz de Christopher Nolan


“Nos guste o no, J. Robert Oppenheimer es la persona más importante que jamás haya existido. Hizo el mundo en el que vivimos, para bien o para mal”.

 

Cillian Murphy interpreta a J. Robert Oppenheimer en el anticipado thriller de Christopher Nolan basado en el libro “American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer”, publicado en 2005 por el columnista Kai Bird y el historiador Martin J. Sherwin.

Las primeras reacciones de “Oppenheimer” tras su premiere en París ayer martes, en el Cinema Le Grand Rex, hablan del logro impresionante de esta nueva producción ambiciosa de Nolan, que además es una historia de carácter filosófico. La película se ha definido como “un retrato crítico de Oppenheimer, que no solo dramatiza eventos formativos e importantes, sino que también explora su psicología e interroga las consecuencias de las acciones”.

La naturaleza humana, la dualidad del hombre, su capacidad de ser luz y oscuridad a la vez, han sido una gran motivación a la hora de contar historias para este cineasta, y por eso el interés con llevar a cabo este retrato que tiene un juego de objetividades y subjetividades por explorar. “La historia de Oppenheimer es una de las grandes historias que existen. Está llena de paradojas y dilemas éticos, y ese es el tipo de material que siempre me interesa. Si bien la película trata de ayudar a la audiencia a comprender por qué la gente ha hecho las cosas que ha hecho, al mismo tiempo se pregunta si deberían hacerlo. El cine, como medio narrativo, es especialmente adecuado para llevar a la audiencia a una experiencia subjetiva, permitiéndoles juzgar las cosas de la manera en que lo juzgan los personajes, mientras que al mismo tiempo miran a estos personajes un poco más objetivamente. En varios puntos, tratamos de adentrarnos en la psique de Oppenheimer y llevar al público a su viaje emocional. Ese era el desafío de la película: contar la historia de una persona que estuvo involucrada en lo que, en última instancia, fue una extraordinaria secuencia destructiva de eventos,  pero hecha por las razones correctas”.

Como indica la producción, si con “Inception” Nolan nos adentró en los más profundos pensamientos y la fantasía de los sueños de unos expertos atracadores y en “Interstellar” nos transportó a un viaje alucinante en los límites de nuestro espacio exterior, en esta nueva aventura hace una especie de llamado urgente, siguiendo la mente del brillante científico estadounidense J. Robert Oppenheimer. Dice la producción que  “la película sigue al padre de la bomba atómica, al hombre detrás del revolucionario invento que representó la suma absoluta del ingenio humano, en un invento que reharía la civilización, aún cuando su misma creación representara una amenaza para el futuro de la humanidad” y sobre la cual Christopher Nolan comenta: “Lo que quería hacer era llevar al público a la mente y la experiencia de una persona que se sentó en el centro absoluto del cambio más grande de la historia. Nos guste o no, J. Robert Oppenheimer es la persona más importante que jamás haya existido. Hizo el mundo en el que vivimos, para bien o para mal. Y su historia hay que verla para creerla”.

Oppenheimer fue el líder del Proyecto Manhattan, un plan de investigación científica y militar que se llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, en secreto, y que tenía como finalidad, bajo el gobierno de Franklin D. Roosevelt, construir la primera bomba atómica. Si bien su invento supuso el fin de una guerra, tras la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima, el científico se vio enfrentado a un dilema moral y ético ante su potencial destructor. Y fue en un documental de la NBC titulado “The Decision to Drop the Bomb” que salió al aire en 1965, donde el propio Oppenheimer, dos años antes de fallecer por cuenta de un cáncer, citara la frase del texto sagrado hindú Bhagavad Gita, que quedó resonando hasta el día hoy: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”.

Este personaje junto a su grupo se enfrentó al temor de una vez activada la bomba, se incendiara la atmósfera y se destruyera todo el planeta, algo que denominaron “la terrible posibilidad”, entonces Nolan quería amplificar ese momento tan crucial para la humanidad en su nueva película. “No había ninguna base matemática o teórica sobre la cual pudieran descartar por completo esa posibilidad, por pequeña que fuera y, sin embargo, presionaron ese botón, de todos modos. Es un momento extraordinario en la historia humana. Quería llevar a la audiencia a esa sala y estar allí para esa conversación y luego estar allí cuando se presione ese botón. Es simplemente el momento más increíble, si lo piensas. El riesgo de ello, la relación entre la ciencia, la teoría, el intelecto, las cosas que podemos imaginar, versus la naturaleza práctica de llevar estas ideas abstractas al mundo real, tratándolas como realidades concretas y todas sus consecuencias“. J. Robert Oppenheimer cobró más notoriedad tras este invento, sirviendo como jefe de la de comisión de energía atómica para el gobierno estadounidense y entre los años 1946 y 1967, recibió tres nominaciones al premio Nobel en el campo de la física, sin que consiguiera alguno de ellos.

Esta historia también trae a colación otro personaje clave en el desarrollo de las armas y energía nuclear, Lewis Strauss, así que Nolan narra las dos perspectivas tanto del científico como de este oficial naval y filántropo, diferenciando ambas con el uso del color y del blanco y negro. Las de Oppenheimer a color. Las de Strauss en blanco y negro.

Más allá del guion y los temas narrativos está el otro disfrute en la filmografía de Christopher Nolan y es el diseño visual de sus películas. “Oppenheimer” fue rodada enteramente con cámaras de gran formato; la Panavisión de 65mm y la Imax de 65mm, lo que permitirá tener una gran claridad en la fotografía. El otro efecto radica en la nitidez y dimensión, dando la sensación de un 3D sin tener que usar gafas.

Al utilizar estas cámaras más allá del espectáculo visual que producen, ofreciendo una experiencia inmersiva y transmitir grandeza, fue todo un reto y un ensayo para el director de fotografía, Hoyte van Hoytema, y su equipo: “Desde el principio siempre he tenido curiosidad por descubrir si el gran formato puede ser igual de potente cuando se usa para primeros planos. Me preguntaba si podíamos hacer de este gran formato un medio íntimo, ser capaz de mostrar lo psicológico. Con Oppenheimer ha habido una gran evolución en ese sentido”. Al ser rodada de esta manera y con dos tipos de material (a color y blanco y negro) debieron igualmente hacer la edición, la corrección del color y el impreso para Imax y el digital estándar. El resultado: Una impresión en 70mm que se extiende por 17,7 kilómetros y pesa en total un poco más de 270 kilogramos. ¡Tan llamativo como emocionante!

“Oppenheimer” se estrena alrededor del mundo el próximo 20 de julio y su reparto cuenta con más de 40 actores. Esta es el doceavo largometraje de Nolan y tiene un metraje de 181 minutos.

Imágenes crédito: UIP.

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