Dic 5 2022 12:42

Reseña “La frontera” de David David – Fronteras geográficas, físicas y humanas

Daniel Andrés Ruiz Sierra (@TatoRuiz)

En la frontera norte entre Colombia y Venezuela hay un pequeño grupo delincuencial conformado por una pareja de esposos wayúu y un chico que es el hermano de la mujer, Diana, la protagonista de esta historia. Es diciembre de 2016 y Venezuela lanza como una bomba de tiempo su decisión de cerrar las fronteras con Colombia.

El trío de atracadores sobrevive con lo poco que pueda encontrarles a las víctimas, que con la situación geopolítica deciden cruzar caminos ilegales. Sabe uno que más que perversos, son gente necesitada, y así nos lo hace ver su director en efectivos y concretos momentos. Diana está embarazada, su situación social y económica no es la ideal para su condición, pero por lo menos cuenta con Chevrolet, su marido, que a todas luces la ama. El par de esposos y el ‘malacaroso’ de su hermano, Jorge, son su única esperanza y sustento, y rápidamente las pierde cuando son víctimas de su invento. Chevrolet y Jorge caen asesinados y las certidumbres se limitan para Diana.

“La frontera” es el debut del barranquillero David David y nació en parte a propósito de su preocupación de ver las distancias que como seres humanos ponemos al relacionarnos, según contaba en una entrevista con este mismo medio. En un mundo interconectado sobremanera es, para él, cuestionable que haya quienes decidan encerrarse en sus particularidades, alejarse de todo contacto humano. Le ocurre a Diana, la protagonista de la película, que posterior a su pérdida intenta salir adelante sin escapar de su burbuja, luchar por sí misma y el bebé que está gestando viviendo entre sus propios miedos y la nostalgia del recuerdo que trae el lugar que habita. Intenta vender las mochilas que hace, cortar la leña y estirar los pocos recursos alimentarios que le quedan.

Diana tiene la posibilidad de pedir ayuda o extender los lazos para reconstruir (por mínimo que sea) un sistema social, económico y beneficioso al encontrarse con un hombre mal herido (Alejandro Aguilar), quien busca refugio y posterior a una venezolana verborreica (Sheila Monterola), que busca cruzar la frontera de vuelta para pasar las fiestas navideñas con su familia, antes de que todo se vuelva más complejo. Diana se niega a abrirse al par de personas a las que termina refugiando en casa, quizás por desconfianza, por miedo, o porque hace parte de su cultura, no obstante, de a pocos comienza a crear pequeños lazos con aquellos forasteros, haciéndonos creer que su vida vuelve a tener mejores certezas, pero, sobre todo, compañía.

David David había mostrado previamente con sus cortometrajes el interés que le genera retratar la cultura wayúu y los conflictos de sus migraciones en el país. También los conflictos para los migrantes venezolanos y a lo que se enfrentan en sus intenciones de salir adelante. En “Calaguala” (2018) narraba el enfrentamiento entre un par de hermanas guajiras, una de ellas volvía a su tierra luego de residir por fuera mucho tiempo, mientras la otra había permanecido en su lugar de origen, lo que indicaba que aún ha mantenido costumbres culturales arraigadas y que chocaban con la ahora forastera y su nueva visión del mundo. En “Año sabático” narró el drama de una venezolana (también interpretada por Sheila Monterola) que trabajaba como empleada del servicio, hasta que un buen día descubre que tiene una oportunidad de trabajar con su talento musical. Ambos cortometrajes han tenido su respectivo recorrido por festivales y espacios de visibilización (en RTVC Play está disponible “Calaguala”), y reúnen los intereses temáticos del barranquillero, mismos temas que se repiten y subraya en “La frontera”, que son el conflicto que resulta ser migrante (interna o externamente) y la guerra geopolítica que terminan sufriendo y pagando de maneras drásticas los más pobres. A esto se le podría sumar el interés por evidenciar las desigualdades en nuestro país y las relaciones sociales entre mujeres, que aquí particularmente, o por lo menos para mí, tiene una consideración notable y sobre la que sin duda se ha trabajado específicamente.

“La frontera” es un debut que tiene una posición política interesante y fuerte. David David sabe jugar con las limitaciones de presupuesto y no se corta para dar rienda suelta a los juegos propios del cine de autor; experimentar con los géneros, probar con lo que le ofrece la investigación de la cultura que retrata y salir indemne con las maniobras de probar con lo no realista o el realismo mágico. Vale la pena resaltar las búsquedas visuales ligeramente poéticas cuando se lanza a hablar del miedo, de la presencia omnipresente de la muerte y lo putrefacto o el horror. Me gusta creer y pensar que quizás algo de las obsesiones que artistas como Federico García Lorca o Salvador Dalí tenían con símbolos como la presencia de la luna o las hormigas, fueron replicadas aquí, o fueron una evidente inspiración. O quizás me esté perdiendo algo precisamente de la cultura de la que habla y que también tienen símbolos como los ya nombrados.

A pesar de lo anterior, también me parece que David no se arriesga demasiado y peca con la idea de ser austero con la dirección actoral y, en general, con la atmósfera y la verosimilitud de las relaciones entre sus personajes, algo que parece muy usual con los directores(as) debutantes en general. “La frontera” adolece de grandes riesgos, no me fascina, y creo que le faltó explotar mucho con su guion, que me parece tiene mucho más para aprovechar. A pesar de ello, creo que es también una primera película muy digna, que da pistas de una carrera y un trabajo donde la mujer (no por moda, ni por oportunismo) es auténtica protagonista y las relaciones entre ellas, tan diversas, tan ricas, complejas y amplias, una buena oportunidad narrativa y estilística, es decir, finalmente podemos empezar a ver diversidad en nuestro cine. Del trío de intérpretes, me gusta mucho el trabajo que hace Sheila Monterola que, como comentaba antes, ya había trabajado con el barranquillero, y en ambos hace un trabajo bastante convincente.

Que una película como “La frontera” logre llegar a salas no es solamente una suerte de milagro y muestra de constancia. El público colombiano tiene el reto de seguir acompañando el difícil proceso de parir una película y, en general, de seguir valorando el ritual aquel de ver películas en pantalla grande. No se trata de una responsabilidad exclusiva del público, ni más faltaba, pero es cierto que sin el apoyo y la apuesta por acompañar al cine colombiano, apostar por el ritual y la cultura nacional, difícilmente se pueda seguir incrementando el número de películas y convertir el aún pequeño medio, en una industria, eso que en general los colombianos desean que exista. A las salas no se va exclusivamente a entretenerse, eso deberíamos saberlo todos. Vayan y vean esta y las otras tantas películas que se estrenan. Luego sacarán sus conclusiones, reflexiones y opiniones.

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