‘La memoria infinita’: Entrevista a Maite Alberdi. “Fue una película que se escribió en la sala de edición”


Por Sandra M Ríos U
Twitter: @sandritamrios

“Quiero entender que una sociedad va a evolucionar cuidando colectivamente a personas enfermas, a los niños, o a las madres con sus hijos”.

 

Desde “El salvavidas”, el primer largometraje, la cineasta chilena Maite Alberdi ha demostrado su gran virtud a la hora de contar historias que tocan las fibras de la audiencia, con miradas siempre bondadosas que ofrecen profundas reflexiones y llevando sus documentales a la línea más próxima con la ficción.    

Tras ser nominada a los Oscar en la categoría de Mejor Documental por su tierno retrato en la vejez – tema recurrente en su filmografía – al interior de un ancianato, la atención internacional se enfocaba en lo que sería su nueva producción.  

“La memoria infinita” supera cualquiera expectativa y es la más conmovedora de su cine de observación – lo cual es mucho con lo fácil que es llorar con sus historias -. En esta película, una oda al amor, confluyen temas como el de memoria, el amor de pareja, la enfermedad y la fragilidad al envejecer. La historia sigue la cotidianidad del matrimonio, reconocida en Chile, de Augusto Góngora y Paulina Urrutia, él un periodista y ella, una actriz y exministra de cultura, mientras confrontan el Alzheimer que Augusto padece. La diferencia con otras películas de su tipo, es la manera cómo Paulina, como cuidadora, integra a su esposo en su rutina laboral y cómo en su intimidad hacen esfuerzos ingeniosos por seguir cultivando su relación.

Conversé con Alberdi, a propósito del estreno de la película este fin de semana en Estados Unidos y su próxima llegada a la cartelera chilena a fin de mes. (Leer la reseña)

  • Como figuras reconocidas que son los protagonistas de esta película en Chile, ¿cómo reaccionaron a tu propuesta? ¿Qué temores expresaron o qué limitaciones impusieron?

Yo creo que los dos tuvieron aproximaciones muy distintas a la película. Augusto fue muy claro, desde el día uno, que la quería hacer y Paulina tuvo dudas, porque es actriz y sabe cómo funcionan las cámaras. Ambos sabían lo que es estar expuestos públicamente, entonces le costó, tomó muchas dudas, lo conversamos mucho y finalmente fue Augusto quien la convenció. La Paulina dice que siente que la película es el mayor acto de consecuencia de Augusto de registrar su propia fragilidad, porque él decía que ha registrado tanta fragilidad en su vida que cómo no iba a mostrar su propia fragilidad.

  • Dije con “El agente topo” que era un vivo ejemplo del arte de cultivar la paciencia a la hora de hacer un documental. “La memoria infinita” la rodaste durante cuatro años. Hablemos de cómo contemplas esos procesos del cine de observación que son tan largos.

Yo creo que lo que hay que entender de los procesos de observación, es que no todos son iguales y que uno va viendo con cada personaje y con cada película qué necesitan y cuánto tiempo necesitan de observación. En este caso, sí fue un proceso de casi cinco años, aunque yo no iba a filmar todos los días, entonces era distinto al Agente Topo, porque ahí estaba el infiltrado, entonces teníamos que estar todos los días ahí. En este caso, filmamos tres veces al mes, durante todos estos años y, bueno, en pandemia Paulina agarró la cámara y filmaba mucho más seguido. Acá teníamos claro que era una película que se filmaba a lo largo de los años, y a lo largo del tiempo, y que queríamos, o yo quería, representar esta relación con el tiempo, entonces está la dimensión del tiempo.

  • Como estos procesos son tan largos, ¿te involucras en un proyecto para arrancar otro, o la trabajaste a la par con la del Topo?

Sí, yo estaba editando “El agente Topo” cuando empecé a filmar este proyecto, entonces sí van en paralelo, porque no es esa intensidad de un proyecto de ficción, en los que uno no puede hacer nada más que estar sumido en eso. Con “El agente topo”, obviamente no podía hacer nada más, pero en los otros proyectos, como son acompañamientos largos, se pueden trabajar en paralelo y se van cruzando.

  • ¿Consideras que la perspectiva que aporta Paulina al tomar la cámara y filmar parte de la película ayudó al nivel tan grande de intimismo y emotividad que consigue desde el primer minuto?

Claramente, que Paulina tomara la cámara permitió tener un nivel de intimidad que por mucho que yo tenga todo el acceso para filmarlos, es la intimidad que solo una pareja puede tener sin alguien presente en la habitación, en la casa. Entonces creo que le da un tono que era muy difícil de lograr para cualquier documentalista, incluso para mí que tenía todo el acceso a acceder. Lo interesante de esa intimidad, que yo creo que es la gracia de “La memoria infinita”, es que tienen una relación muy tierna, muy graciosa, que a pesar de la dificultad igual lo están pasando bien, y eso se siente desde la primera escena en la que él se despierta, en la mitad de la noche, y no se acuerda de nada, y en vez de ser una tragedia para ella, se lo toma con mucho humor y empieza a decirle quién es, dónde están y se ríen, y él no puede creer donde está y le fascina lo que le está contando de su vida. Entonces como esa capacidad de asombro y esa ternura, creo que son la clave de la película.

  • Decías que hiciste un salto al vacío con este documental al no saber exactamente cómo la empezarías, cómo evolucionaría, hasta dónde se podría llegar y cuál sería el punto final. ¿Cómo manejaste esa incertidumbre para guardar esos momentos claves que tiene la historia y luego darles un orden en el montaje?

Sí, bueno, la película se va descubriendo en el montaje, claramente, y no había un orden lógico, no había solo una manera de contarla y me imagino que cualquier montajista o director que le pasaran el material, quizás la habría editado distinta, porque no había lógica, no había una lógica tradicional. El proceso de montaje fue una búsqueda asociativa de cómo las imágenes dialogaban una con otra, presente, pasado, futuro, sin un tiempo lineal y eso nos tomó bastante tiempo de escritura. Fue una película que se escribió en la sala de edición.

  • La memoria es un tema importante en la película y va por dos sentidos; el de la memoria personal y el de la memoria colectiva, encarnados en un solo personaje. Hablemos de lo que representa Augusto en la historia.

Sí, esa es una gran metáfora de la película sobre eso y fue una gran sorpresa también para mí, porque yo también fui descubriendo esa línea, esa obsesión o esa preocupación, o esa conciencia de preservar la memoria, y creo que Augusto es una persona que nunca olvidó muchas cosas. “La memoria infinita” invita a eso, a reflexionar sobre qué es lo que se transmite de la memoria histórica y qué es lo que queda.

  • El otro enfoque de la película está puesto en los enfermos y los cuidadores. En Colombia se hizo un buen homenaje a los cuidadores con “Paciente”.

Sí, sí. Me acuerdo. ¿De quién es que era “Paciente”? ¿De Jorge?

De Jorge Caballero, sí.

  • Con ese tema, la película derrumba el tabú de que la enfermedad hay que ocultarla, que hay que aislarse de la sociedad. ¿Fue una idea consciente el mensaje que deja en este sentido?

¡Totalmente! Esa fue la primera aproximación y la idea del contenido de la película se ha planteado desde ahí, desde los cuidados y cómo es una nueva forma de entender los cuidados. Ese, para mí, no es el tema central de la película, porque tiene muchas capas y muchas cosas que están pasando, y una de esas es cómo se cuida. Acá vemos una mujer que decide integrar a su pareja a su vida social y laboral, que lo lleva al trabajo y los compañeros tienen que cuidarlo con ella. Ella quiere visibilizarlo y quiere que socialice, entonces es un cuidado no entendido desde el aislamiento, sino de toda una sociedad y un grupo que tiene que adaptarse y cuidar con ella, y avanzar a otro ritmo, sin esconderse ni ella ni el paciente. Entonces creo que eso para mí era novedoso, yo no lo había visto y es como la forma en que quiero entender que una sociedad va a evolucionar cuidando colectivamente a personas enfermas, a los niños, o a las madres con sus hijos. Como que el cuidado no esté a cargo solo del cuidador. Creo que eso es lo que hace la Paulina, como una decisión intuitiva y muy acertada.

  • En esta, “La once” y “El agente topo” has retratado la vejez. ¿Cuál ha sido el interés particular?

Creo que es una edad en la que uno ya vivió todo. Hay muchos cambios que están sucediendo, hay sabiduría y fragilidad, hay ganas de hacer cosas que no se pueden hacer. Es como la suma de muchas contradicciones de la vida, en ese momento, y se está frente a cambios palpables. Yo creo que en el cine tenemos que mostrar cambios y esa es una edad en la que suceden muchas cosas y donde hay miles de temáticas posibles, como que depende del grupo que uno trabaje, el foco que se puede tomar, entonces no hay un solo mensaje qué comunicar en ese grupo social.

  • Estrenas este fin de semana en Estados Unidos y a final de mes en Chile. ¿Podremos ver la película en Netflix, en el resto de Latinoamérica? Ahí tienes disponible a “La once” y “El agente topo” y, bueno, “El salvavidas” y “Los niños”.

No puedo decir nada todavía, pero sí se va a ver, hay que decir que va a estar disponible.

  • ¡Qué maravilla! ¡Qué buena noticia! Una última pregunta. Augusto falleció el pasado mes de mayo y se habla de él y Paulina, pero ¿cómo han visto la película los hijos de Augusto y la expectativa ahora que se estrena en Chile?

La película se estrena allá el próximo 24 de agosto y sí, ellos están muy orgullosos de la película, están muy contentos, creen que es un gran legado de su papá, así que sienten que él lo representó muy bien.

  • Maite, muchas gracias. Desde hace un tiempo deseaba mucho conversar contigo.

Gracias a ti, Sandra, por este tiempo. ¡Muchas gracias!

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