Ago
18
2021
10:08
Por Daniel Andrés Ruiz Sierra (@Tato Ruiz)
Inicia con una hilera de niñas en un salón de clases que atienden las indicaciones de una maestra que les pide mover los labios como si estuvieran vocalizando. Ellas están en completo silencio mientras hacen una suerte de lipsync. La maestra es insistente en que sus alumnas sepan hacer tal fonomímica. Luego descubrimos que lo que busca es que, al ritmo de una melodía de piano, las niñas que no canten puedan parecer que lo hacen, y acompañan así a quienes sí saben hacerlo. Básicamente para que la armonía no sea un desastre y el espectáculo para el que ensayan, salga lo suficientemente limpio.
Lo anterior sabe sintetizar lo que busca contarnos Pilar Palomero con Las niñas, su ópera prima. Una película ambientada en la España de inicios de los 90 y que pone como eje narrativo a Celia, una preadolescente que asiste a una escuela de monjas y vive con una madre soltera a quien su trabajo la obliga a trabajar por las noches. Salvo por los juegos junto a sus compañeras en el patio de recreo, la vida de Celia es bastante aburrida. Pasa del colegio a la pequeña sala de su apartamento, entre revistas con crucigramas, telebasura y la obligación de tener que ayudar a su madre con algunas responsabilidades, porque entonces quién. La vida de Celia da un giro cuando al colegio se incorpora una chica de nombre Brisa, y quien despierta un interés en Celia. Una situación que coincide con la entrada a la pubertad.
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