Ene 2 2023 11:41
Reseña “Triangle of Sadness” de Ruben Östlund – A propósito del MeToo y los intentos por uniformar el mensaje
Por Daniel Andrés Ruiz Sierra (@TatoRuiz)
La fiesta del cine por excelencia, o sea Cannes, despertó en su edición de 2022 miradas suspicaces ante la irrupción de influencers (TikTok fue patrocinador oficial del evento). La periodista de El País, Carla Mascia, escribía en mayo de 2022 sobre la irrupción de esta “nueva fauna Cannoise” no interesada en ir detrás de alguna función o filmografía en particular, pues su interés mayoritario estaba puesto en ensayar la sonrisa perfecta o el simpático puchero para los fotógrafos y que el resultado diera la vuelta al mundo a través de las pantallas del celular.
Y aunque lo de instagramers ,youtubers e influencers digitales es bastante nuevo, el postureo y la artificialidad no necesariamente cinematográfica ya es casi marca registrada de los festivales de clase A. Para la muestra: la asistencia de súper modelos – ennoviadas o no con estrellas de cine – que funcionan como escaparates y maniquíes de marcas de lujo, los rostros gloriosos que solo podrían venir del continente asiático o magnates rusos y sus yates, quienes, según artículos, siempre han puesto la cuota excéntrica de maneras mayúsculas. Esa fauna tuvo entonces, en esta última edición de Cannes, una pequeña y no menos importante transformación: los magnates desaparecieron a razón de la pandemia y la invasión ucraniana, y con ellos desaparecieron también las prostitutas de lujo. Las súper modelos, aunque no dejaron de aparecer, parece que minimizaron su participación y las asiáticas apenas y se vieron.